He sido aliento del tierno suspiro que la vida entrega,
que se guarda en esperanza, la paz y obra,
de un vivir que el alma riega,
fingiendo no seguir a la muerte con zozobra.
He sido costilla de algún Dios imperfecto.
En lisérgica ceremonia mediante,
nacida por acción de su lado funesto,
vimos la luz, los caídos y errantes.
He sido piedra, barro y arena
de un sendero profanado que guía
a los fervientes acólitos de penas
en búsqueda de la esquiva hidalguía.
He sido lúmpen, prosaico e irreverente,
ligado a un sueño que ciega,
perdido en los juegos del corriente,
gustoso de ser pura gleba.
Quien habré sido, en mí perenne está,
porque soy quien soy por lo que fui,
y mi ser es quien dice plasmar
una leyenda fastuosa sin concluir.
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