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Guión por terminar

Nov 21, 2025

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En mi mente habitan recuerdos de nosotros, y sin ti, qué difícil se me hace elegir entre aferrarme a ellos o dejarlos ir. Sin embargo, no puedo despojarme de ellos por pura humanidad; humano, al fin y al cabo, es mi corazón.

¿Puedes creerlo? Sería triste para este corazón, que ya de por sí sufre, no por lo literal, sino por el peso de lo vivido.

Irte y dejarme morir poco a poco fue el acto dramático de un final sin cierre. Todo porque el guionista —yo— quiso dejar la historia suspendida en el aire un poco más. O, al menos, eso fue lo que escribí para los dos.

Es cierto que el público implora, grita y se enoja. Es parte de nuestra naturaleza querer un final definitivo para todo, para no cargar con la incertidumbre de lo que pudo ser.

Tú eres una actriz increíble que, desde el principio, supo leer el papel al que se postuló. Y yo creí tanto en ese personaje que ahora me pregunto: ¿qué debo hacer? ¿Aplaudirte y estrecharte la mano por una obra maestra digna de reconocimiento, o simplemente mirarte desde lejos, escuchando cómo te aplauden, sabiendo que mi acto terminó cuando decidí escribir nuestro guión?

Entonces, ¿no estoy siendo racional? Tal vez no. De alguna manera, lo sabía, y aun así quise experimentar si la historia daría un giro inesperado. Y, como consecuencia, me enamoré de ti, Carola.

Señoras y señores: una historia de amor, una de gran pasión, una de tormento... Tantas maneras de predecir de qué trataría. Y en tu libreto, tú sabías qué hacer, porque yo lo escribí. Fue increíble cómo el romántico se volvió un pordiosero, y la princesa, en un verdugo. Era inminente. Yo, siendo el escritor, me quedé llorando.

Porque si pudiera contarte una historia de pena y tristeza, y no de alegría, sabes bien que me creerías. Al fin y al cabo, somos protagonistas de aquel pequeño gran relato donde fuiste mi amada, y yo, tu simple exagerado.

Carola, ¿así tenía que terminar? Yo prefería la versión en la que la alegría era constante, donde tomar tu mano era darte un beso y recibir uno en la mía; donde la bondad era lo único que reinaba.

Por favor, si aún te permites habitar en mi mente y en mi corazón, déjame cambiar por última vez el libreto. Déjame reescribir nuestro final.

Brandon Aldair Monterrubio Sosa

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