Para conocer a alguien no hagas preguntas.
Solo escucha las inflexiones de la voz y
medí los silencios de las pausas.
Que las palabras no te tapen el significado
pues el motivo de las letras puede ser engañar.
La cadencia de las n, el retumbar de cada p,
el desliz de las s (si es que la persona no las devora)
son meros adornos; escudos o escondites
de quienes uno quiere conocer y aun no sabemos
si podemos fiarnos de sus respuestas.
Para conocer a alguien no hagas preguntas.
Pídele que cuente una historia, la que quiera,
y observa el brillo de sus ojos si lo hay.
Si el brillo escasea es por un alma marchita, fútil,
que no puede evocar un solo recuerdo o razón
suficiente para encender las antorchas del ánima.
Pero si esos ojos brillan observa su candor,
descubre si el espíritu le quema con afanes de conquista
o si es una hoguera a la cual volver cuando el mundo esté frío.
Para conocer a alguien no hagas preguntas.
Mejor hace chistes, de todo tipo. Inocentes juegos de palabras,
chistes verdes, negros, de nicho, absurdos o de tres actos. Todo vale.
No importa cual evoque la risa, lo que importa es la risa en sí.
Su timbre, su cadencia, si dibuja hoyuelos o si cierra los ojos.
Si cubre su boca con timidez o trata de contenerla,
o mejor aún, si es una risa estruendosa que no teme entrar en escena.
Escucha su risa, su frecuencia y cómo resuena en vos
porque la risa es lo más sincero que sale de una boca después del insulto.
Para conocer a alguien no hagas preguntas.
Las preguntas moldean, sugieren, incitan y guían.
Las respuestas se tallan, esculpen y modelan acorde a la consigna.
Podemos hacerle creer al otro que somos alguien más
incluso podemos engañarnos a nosotros mismos.
Quien realmente somos nunca se traicionaría por intereses mundanos.
Es por eso que vuelca con rebeldía en medio de las patrañas sus credenciales
y entre las respuestas a las preguntas, los relatos y los chistes, se asoma.
Asoma cabeza aquello que queremos esconder y no deberíamos
lo que somos, quien somos, como somos, nos guste o no,
es fácil de reconocer detrás de nuestra careta carnavalesca de palabras.
Para conocer a alguien no hagas preguntas.
Solo escucha aquello que no puede ser preguntado
pero que forma parte de cada respuesta.

Guido Boggio Marzet
Argentino, quizá demasiado. Escribo poesía y otras cosas, a veces no se muy bien que la verdad, pero lo importante es participar.
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