Si volver a ti
significa
pelear con el mundo
desafiar su furia
su juicio
y su odio...
Si amarte exige
que me arranquen la piel
que me corten la lengua
y que me quemen en la hoguera
entonces
que así sea.
Por ti voy a la guerra
sin escudo
ni espada
sin armadura
sin miedo.
Me dijeron que no volviera
me gritaron que huir
era mi única salvación
me advirtieron
que amarte
era cortarme
con la misma espada
que me atravesó
la primera vez.
Si amarte
es un pecado
que me juzgue Dios
que los ángeles
me den la espalda
que el cielo
me cierre sus puertas
que me arrojen al purgatorio
sin derecho
a absolución.
Que vengan los profetas
a escupir mi nombre
a llamarme hereje
y pecadora.
Que me claven
en su cruz de culpa
que me aten con dogmas
y rezos vacíos
pero que sepan
que mi única oración
es tu nombre.
¿Qué saben ellos
de esta herida muda
del exilio en el que vivo
ese al que llaman olvido
y que yo jamás
supe habitar?
Así el mundo
me escupa
me insulte
y grite
así te odien
así rueguen a Dios
que te arranque de mi pecho
solo tú y yo
sabemos
lo que hemos sufrido.
Solo tú y yo
entendemos
que extrañarnos
es desangrarnos
es morir un poco
cada vez que callamos
el nombre del otro.
Sé que si vuelvo
a mi templo sagrado
(a ti)
proclamado impuro
perverso
y maldito
seré juzgada
y condenada
como si amarte
fuera el pecado original
una culpa heredada
desde el principio de los tiempos.
Porque no es de piedra
ni de altares
el lugar
al que pertenezco.
Es tu cuerpo
mi santuario
tu voz
mi himno sagrado
y amarte
mi única oración.
Pero el mundo
no entiende
no acepta
no perdona.
Me verán
como renegada
me llamarán impura
porque mi fe
no está en sus libros
ni en su cielo
sino en ti.
Sé que probablemente
los ángeles
no quieran
ni sepan
hacer más por mí
Sé que me arrodillaré
porque se me advirtió
se me dijo
se me gritó...
Pero yo...
Le diré a Dios:
"Caí en guerra, Señor,
pero estamos juntos nuevamente.
Haz conmigo lo que quieras:
condéname, sepúltame,
olvídame.
Ya no tengo nada más que perder,
porque lo tengo a él, Señor".
Si al final
de esta guerra santa
Dios me olvida
si mis rezos
se hacen cenizas
si mi fe
se convierte en ruinas
entonces
que así sea.
Mi cuerpo
será solo
un estandarte roto
mis heridas supurarán
el último enemigo
bajará su arma
los cuervos recogerán
lo que quede de mí
el mundo escupirá
su última sentencia
las espadas
que me atravesaron
se oxidarán en el olvido
el polvo
cubrirá los nombres
de quienes nos maldijeron,
te buscaré.
Y te encontraré.
Con la piel
hecha ceniza
el alma desgarrada
y los labios temblando
pero aún de pie
aún viva
aún amándote
con la misma rabia
la misma locura
la misma obsesión
que me destruyó
y me consumió a la vez.
Te abrazaré
aunque el dolor
me haga gritar.
Te besaré
con los labios partidos
con el miedo
de que el destino
nos separe
pero con la certeza
de que somos inseparables.
Te sostendré
aunque las fuerzas me abandonen
te miraré
con la desesperación
de quien ha muerto
mil veces.
Y en ese instante
amor mío
cuando todo lo demás
se haya perdido
si el mundo
me crucifica
si me arrancan de la vida
si me condenan
me desprecian
me destierran
tras la sangre
las lágrimas
el exilio
la guerra
el fuego
y la soledad...
Seguiré aquí.
Y si después
de la destrucción total
estamos juntos
destrozados
vivos
amándonos...
Si tras todo esto
Dios decide
que este amor
es un pecado
y el infierno
me reclama
entonces
que me castiguen.
Que me odien.
Que me destierren de la eternidad.
Que así sea.
Porque por ti
pelearía
todas las guerras,
volvería
a dejarme atravesar
por cada espada
si al final del caos
del desastre
de mi última batalla...
estás tú
Estás conmigo.
Estamos juntos.
Y volvería
una vez más
a arrodillarme ante Dios
y desafiar al mundo.
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