guardo tus deseos dorados bajo mi almohada

cuando mis orbes se cierran, el mundo renace,

cuando los abro, todo es propio de abrir una caja de Pandora perdida, vuelta a encontrar y perdida.

hace añares te encontré, y me amaste,

pero ahora crecí,

y mis hebras no son doradas,

y mis manos no son tan suaves,

no soy diminuta, en tu palma no hay espacio para mí,

y mis ojos no rememoran la inocencia del primer amor de versos.

desearía ser la belleza de un jardín,

y la inmortalidad de un árbol,

ser imponente y respetada.

en mis conversaciones con un viejo amigo, el cielo, el me cuenta todo sobre los deseos que le susurrabas de niño.

amor mío, se que nuestro encuentro tardará años en darse, en existir en la historia del tiempo.

quizá caminemos por las mismas calles,

y visitemos los mismos recitales.

escuches mis canciones en el taxi,

leas mis poemas

en todos los carteles de tu ciudad

y uses una remera de mi banda favorita,

solo espero que cuando suceda,

sea sagrado, sepas suspirar por mí, y yo sepa de suspiros.

vos, me anhelas de forma delicada,

perfumada como un jazmín,

aromática como una rosa,

pero sin espinas,

ligera como un colibrí, y llamativa también, brillante como la luna,

y cálida como el sol, pero sin quemarte.

vos querés ser amado con paciencia, con tranquilidad, vos necesitas tiempo, darle más minutos al reloj que cede tu tacto.

amor mío, ojalá, ruego, anhelo con vehemencia,

que el cielo perdone

tus versos que tienen mi nombre escrito con tinta invisible.