Grillo

Paulatinamente las imágenes me acechan en formato VHS de mala calidad, pasando por las remansadas circunvalaciones del cerebro. Es gracioso cómo se puede recordar repentinamente o hacer mucha fuerza para visualizar ciertos momentos.Cómo se pierden en la nostalgia fragmentos de la vida que apenas podemos enumerar:

Esa pieza roja, y el llanto apaciguado por la fortaleza de mi hermano.

Las tardes de costura, la overlock nueva, retazos de tela zurcidos a mano.

Viajes en colectivo, aturdidos por el bullicio de la niñez en formación.

Los ojos más lindos detrás de lentes de marcos azules, y las niñas comprando el cariño con caramelos.

Las escaleras por las que recorrían el mundo nuestras cartas y los pisos de cemento dibujando un talam.

La frustración con la que tomé la adolescencia y las lágrimas con las que acomodé aquella muñeca musical.

El carnaval de la vida me agarró la mano y despeinó el afán de la equivocación.

Primer beso en la cancha, en el tinglado.

Reinas del cuarteto con la rubia, de Damas Gratis en los bailes.

Un par de triples y algunos dobles, poca resistencia y precisión.

Química, cocos y matemáticas, caminito, ruido y rateadas.

Ajedrez, chistes malos y algunos autos dibujados.

Ecos entre la moral, edad y reputación. 

Pequeñas señales de que he vivido con un pequeño grillo en la  imaginación, un chillido fino que se normaliza, pero siempre prestas atención.