Nada tan inútil como una jarra forjada en objetivos,
vacía de sentimientos y amor en su interior.
Donde las grietas dejan fluir el suspiro de una caricia,
hasta que el tiempo solo deje,
como recuerdo,
su sabor.
Y me repito a diario si algo puede repararse en esta isla,
donde lo único que abunda son las tormentas frías
y el sonido de las olas,
dejando un eco constante de soledad en mi corazón.
¿Me traiciona la mente?
¿O tal vez el corazón?
¿O tal vez ambas?
Ya no sé qué hacer.
Tal vez la vida no sea mi lugar,
ni la muerte.
Las nubes no me dejan acceder.
Solo soy un recipiente incomprensible de colección,
que todos temen tocar,
y que se agrieta con el pasar del tiempo…
esperando al mejor postor.
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