La lluvia me golpea como a un hidrofóbico, a punto de ser arrastrado por una enorme ola de recuerdos. Me sumerjo por completo y te veo, nos veo juntos. Yo estoy sentado junto al escritorio, estudiando para mis exámenes, vos te acercas a dejarme el mate de calabaza y volves a acomodarte en el sillón, lees tu novela de espalda al ventanal. Un viento revoltoso sacude a los árboles y el cielo nublado atestigua la tormenta. Cerras el libro como el estruendo de un rayo y me das dos toquecitos en el hombro, y me queda la sensación de tu piel fría. Me decis: «¿Qué vas a hacer cuando me vaya?» y te respondo como si salieras a hacer algún mandado, restandole importancia a tus palabras y ni siquiera voltear a verte a los ojos antes de que salgas por esa puerta. Solo te digo «cuidate mucho», un falso compromiso, siempre te descuidé. Hoy sigo empapado de culpa.
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