Casi esquina Coronel Díaz, un perro giraba sobre sí mismo. La misma forma creaba su dueña sobre el cortado que había pedido minutos antes.
Entonces hasta acá. Dijo ella sin apartar la vista de la cuchara, que seguía revolviendo. Sí, él cree que es lo mejor para los dos, le respondió, igual, vos viste cómo es, capaz mañana se levanta y se le pasó, ¡Da más vueltas que un espiral!
Ambas soltaron risas, cortitas, cuidadas; luego quedaron en silencio. Una de ellas clavó su mirada en los ojos de la otra, luego alzó su mano para garabatear una firma en el aire: La cuenta por favor.
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