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    Nuevo concurso literario en quaderno

    Pereceré

    Lo sé.

     

    Ausentaré mi carne,

    saltaré al agujero,

    el que cavé en lo hondo,

    en lo hondo, profundamente.

     

    Donde la madrugada es perpetua,

    un charco de lodo,

    donde no hay histeria,

    un baúl olvidado.

     

    Ahí reposarán

    mis migas,

    mis crujidos,

    este corazón averiado.

     

    Y ahora, mis manos

    no serán más que carroña,

    hogar de hongos,

    alimento de gusanos.

     

    Echaré raíces,

    saciaré la planicie,

    crecerán nuevas rosas,

    margaritas y jazmines.

     

    Porque son mis huesos

    quienes añoran

    la dulce arena,

    los que extrañan

    el barro.

     

    Cansado de corear,

    ¿Si importé realmente?

    De intentar rasgar la luna,

    me fundo en la penumbra.

     

    Seré bañado por la luz matinal,

    regado con un océano lacrimoso,

    y las más bellas flores

    callarán las voces.

     

    No habrá

    ningún elaborado epitafio,

    ni lápida de mármol,

    ni llanto,

    ni pena,

    solo un par de rocas,

    solo tierra.

    Enrique Mar

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