Gato

Fui como un gato que llego a tu vida, solo, distraido, desconfiado, agresivo, lo típico de cuando la mayor parte de tu existencia no has podido entablar un hogar o un espacio seguro. Tú me recogiste, me cuidaste, me alimentaste y me diste el amor suficiente para que esa desconfianza se fuera, aunque sea un poco, para que mis miedos ya no fueran miedos y ahora los substituyeran esperanzas y sueños.

Me diste el amor que quizá no merecía, pero sí necesitaba, me abrazaste y me cargaste, y pude sentir el latido de tu corazón, el cómo se aceleraba al ponerme cerca de tu piel. Para mi fue igual, pero como todos los gatos no lo demostraba, era frío, amargado aún, reservado, pero tenía mis momentos donde no podía negar que te necesitaba, y mucho.

Como todo gato también tuve mis malos tratos contigo, te rasguñé, te ignoré, te mordí, te hice mucho daño y aun así tu pensaste "está bien, no volverá a pasar" pero mi instintó no me dejó actuar de otra manera, no por que no quisiera, si no por que era lo único que conocía, podría decirse que parte de mi naturaleza, y nunca me di la tarea de cambiarla, por que no era necesario vivir así.

Y así, como todos los gatos, un día me fuí, te dejé sola en la noche sin que notaras mi ausencia, o peor aún, que sí la notaras, y dolío mucho, pero sabías que tenías que dejarme ir, por más que no quisieras y no pudieras aceptarlo, hasta que llegó el día que supiste que era lo correcto, "a fin de cuentas, sólo era un gato".

Y yo todos los días me arrepiento de irme, y espero, como todos los gatos, volver a encontrarme contigo un día, que me veas pasar en la calle, en un árbol, en un parque, y digas "ahí va mi gato" y podamos reunirnos una última vez, y pasar una última noche abrazados, y seguros de que estaremos siempre juntos.