Sentada frente al árbol de navidad
con tu gata como compañía,
pienso en el amor
como forma de entrega máxima.
Un par de ojos amarillos se clavan en los míos.
¿Eres capaz de amar, eres toda instinto?
Tienes una especie de bendición en tu ignorancia.
La ignorancia purga de culpas.
En tu caso, te impide vivir dolor.
Se levanta, me maulla.
-Lo sé, querida, lo sé.-
La entrega máxima no es el amor.
Grandes ojos que reflejan la luz
siguen mis movimientos con curiosidad,
mientras me pienso.
Sin conocer navidades,
hundida en una inocencia infantil
me sabía castigo.
Mi madre,
en ceremonia íntima
me puso el hierro candente
subyugándome el alma.
Te pienso pequeña,
inquieta y risueña.
Te llamaron error
y tú, confiada
lo creíste.
La gata sube a mis piernas,
ronronea.
La entrega más grande es el sacrificio.
Negarme a mí para abrazar a los otros.
Voltear mis espinas
hiriéndome,
haciéndome fuego
que no calienta.
Negarme a mí
fue el epítome
de mi amor enfermo y trastornado.
La gata apoya su cabeza,
duerme tranquila.
Y yo observo el cielo
que permanece perene.
Tuve que morir.
No se ha creado otro camino
que lleve a la trascendencia.
Hoy
las culpas dejaron de habitarme el cuerpo.
Sostengo el látigo
pero mi piel ya cerró.
Las cicatrices son el juicio residual.
Ya no duele,
ya no te cargo,
ya no.
No soy tu creación.
Entendí que yo
ya era.
Existo
sin pedir permiso
desde que solo
había mar.

Animal en ruinas
Mi lírica no es fácil ni digerible. Mis palabras te harán jirones la garganta, te pudrirán el estómago, y justo cuando estés al límite reconocerás que mi sonido es libertad.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión