me encanta andar en bici, es una lástima que
no anduviera hace tanto, porque ahora
además de encantarme me asusta, igual creo
que en parte es porque voy en la bici verde agua, esa que
me prestó el abuelo y tiene ruedas de ciclista, ese tipo de rueda
tan fina te obliga a tener un mejor
pulso a la hora de maniobrar, la sensibilidad
es ínfima, lo que tardás en doblar
en una mountain bike, con esta máquina
aerodinámica, galgo flaco de carrera,
en ese tiempo ya te hiciste mierda
contra el piso cinco veces, como me
pasó aquel día justo en la entrada de tierra del
vivero, me acuerdo,
estaba con Benja y me caí, yo me
reí, él se preocupó, todavía no nos
conocíamos tanto y me dio vergüenza, me reí
de la vergüenza y mi rodilla derecha sangró.
hoy usé la bici verde agua de ciclista a la que, hace tiempo,
le compraron mis papás un candado medio rojo, medio anaranjado.
primero la llevé a la bicicletería a inflar, sin un peso
en la mochila, confiando en la benevolencia del tipo que atiende la
"bicicletería centro". le dije que iba a inflarla sin nada
de plata, que me disculpe. "no pasa nada" me dijo, y se notó
que realmente no pasaba nada, le pregunté
cuánto costaba calibrarle el asiento, pensando
hacerlo en otra ocasión,
me dijo "ahora en una patadita lo hacemos"
y entonces me infló las ruedas o las llantas, no sé cuáles son cuáles,
(creo que la rueda es la llanta más la goma,
pero yo qué sé)
también se encargó de hacerme el gran favor y bajar ese
maldito asiento que me hacía sentir que recién estaba
aprendiendo a andar en bici sin rueditas, que siempre
me hacía sentir que estaba andando
torcido o en eses.
el cuerpo de la bicicleta y el mío se unían para ser una sola
forma verde agua blanca y roja. me subí a
la bici, estaba perfecta,
era un galgo flaco de carrera, alimentado a puro hueso. me subí a
la bici, estaba perfecta,
pero yo no la miraba como antes, con esas
ganas de salir primera en el tour de france,
yo la veía y notaba que de ella iban naciendo crines blancos,
cola, cascos, dientes sucios de heno. media ciudad
recorrí montando a mi yegua Pandora,
musa de tantos poemas. media ciudad
recorrí creyéndome de vuelta la jocketa que no soy,
y sin caerme.
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