¿Qué me espera en el futuro?
¿Qué será de mi yo de 18 años?
¿Seguiré así?
Así de gastada,
desanimada,
vaga,
tonta,
sola
y desesperada.
Tengo miedo, señor juez.
No quiero esa vida
la cual llevo viviendo desde números
y edades
que no recuerdo.
No encuentro un futuro para mi.
Me visualizo mal,
sola,
arrogante
y triste.
¿Qué me pasa?
Si no haga nada,
pero todo me pesa.
No muevo un dedo
y de todas formas vivo cansada.
¿Cuándo será el día que cambie de caparazón?
Quiero uno más lindo,
más nuevo,
limpio
y suave.
Quiero.
Quiero...
¿Tengo derecho de querer algo?
No, no creo.
Nunca lo tuve.
Y cuando se me dio la oportunidad de querer algo
la desaproveché.
No la necesitaba.
Nunca supe querer algo
de todas formas.
Nunca me dejaron igual.
Y ahora vivo queriendo,
sin obtener nada.
Como la paloma.
Aquella que está adornada en una jaula.
Rejas doradas de oro puro,
brillante.
Pero
¿de qué sirve todo eso?
si la paloma anhela la libertad.
Y vive su tiempo esperando un futuro distinto,
que sabe no alcanzará.
Que sonsa la paloma.
Quiere libertad, y sueña y aspira y desea y llora...
Y nunca llega.
Se queda entre rejas que no la lastiman,
pero la retienen.
La mantienen cautiva.
Mientras en el horizonte
todas las demás alzan su vuelo a lo incierto.
Pobre paloma, digo yo.
Qué le depara.
Allá...
Sola.
Sin saber vivir más que entre rejas.
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