Pasaste como un soplo, tan ligero como una pluma que vino a enterrarse en la vereda.
Camuflado de gris, queriendo no existir y fallando estrepitosamente.
Te ví, te noté, te sentí.
Avanzaste sin dudar, mientras que yo pensaba a dónde vagarías con tu andar.
Qué ganas de ser la acera, para ser observada intensamente, víctima de tu mirada.
Tres segundos pasan rápido, sin pestañear, te perdí de vista.
No es el fin de esta historia. Nos vamos a ver.
Capaz mañana, o en mis sueños lúcidos.
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