Fugaz por amor

Entre gritos y multitud,

las personas soltaban palabras con fulgor,

terminaban y comenzaba otra pieza,

pero en este lugar no se escuchaba nada.

Aunque lo percibía, no me interesaba,

estaba perdida en las luces,

no las que molestaban,

sino las que me miraban

y, sin nada que decir,

me sonrojaban.

Así, como si nada, me presenté,

él, lógicamente, se sorprendió,

y por primera vez mi nombre volvió a sentirse importante.

Fui vista esa noche,

donde la vida regresó.

La luna quiso al sol espantar,

sin saber que aquel momento

estaba destinado a ser igual,

porque yo lo acepté hace una eternidad,

solo para volverlo a ver,

una vez más.

Las personas ríen a mi alrededor,

aceptan que tome sus cuerpos por un rato,

dicen que quieren saber cómo se siente volar,

así, tan fugaces como yo,

luego conocen otras estrellas

y algunas creen ver el mar en movimiento.

Yo no les cuento que es el cielo

enfurecido conmigo,

por aferrarme a recuerdos

con los que ya no convivo.

Por mi parte, lo voy a visitar,

le ofrezco por un rato mi paz,

que solo aparece

porque él me vuelve a mirar.

Nuevamente me sonrojo

y regreso a donde todo comenzó:

una noche que nos prometió mucho

y poco nos dejó.

Pero eso me hace feliz,

una vez, dentro de tanto tiempo,

y aunque él no comprenda

ni sepa en qué me convertí,

también lo invade la felicidad,

porque recuerda que prometí,

de alguna u otra forma,

volver a regresar.