No recuerdo cómo era despertar antes
de que tu aura de infinita ternura,
se convirtiera, para mí, en sol de siesta invernal:
protector del fulgor esencial.
-
No recuerdo, porque no me interesa retornar
a cuando este mundo,
por no saberte parte de mis días,
era inexorablemente desgarrador.
-
No me interesa retornar, porque no quiero
nada más que tu caricia:
encarnación de todas las verdades que siempre necesité,
aún de aquellas, cuya ausencia ni siquiera concebía.
-
No quiero existencia por fuera de esta especie de milagro
que, indescifrable pero axiomático,
ofrece hogar a todos los sueños que siempre tuve,
aún a aquellos, cuya muerte creí irrevocable.
-
No,
hasta que me vi refugiada en tu cariño, nunca experimenté la divinidad.
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