sureñas cimas nevadas
la fuerza del vendaval
las pasiones y ternuras arremolinadas
en una nube cobriza nadar
desde lo alto contemplar
la huella del tropiezo
la caída sin nieve
el obstáculo del eco;
el crescendo novedoso
paso a paso la emanación
de corazonadas e impulsos
de un pálpito sin comparación.
porque donde hay alarma hay movimiento
y como avalancha
superposición, cubrimiento
de deseo de doler con propósito.
cuando las nubes corretean y se esfuman
y el cielo se empeña en blanquecino ser
los rayos de luz buscan, exploran
insisten por doquier
en la afanosa odisea de alcanzar
por fin acariciar
y de amarilla brillante sangre filtrar
su corazón;
atraído
bombeado
ensanchado
por el temor.
transformar el frío acogedor en calor
euforia
cambio
vida.
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