Nuevamente te tengo frente a mí
y con ganas de torturarte,
“He visto cada paso que das”,
una carta me regalas:
-
“Te felicito por tu correcta indecisión,
silencios largos que recrean escenas terribles para defenderte de un infierno imaginario.
Rey planificador, te arrepientes a la mitad
y tus líneas no tienen sentido.
Ahora cómo le explicas a tu dios que no quisiste traicionarlo?
Tu amor no vale porque ni tú lo entiendes.
-
Desvívete entonces por ese mundo cruel e inútil que, crees, necesita ser rescatado;
Se el mayor mártir, el que vive como un zombie,
el que actúa sin pasión, el correcto imperfecto, culpable por nacer.
Ya le mostraste al mundo que te odias más que nadie,
conviértete finalmente en la gran máquina, el perfecto humano insensible.
-
Ahora acepta el olvido, cava tu tumba,
lánzate de un segundo piso y
vive en tu gran esperada recompensa.
-
Gracias te dirán todxs:
por detenerte las partículas,
por sentir el frío,
por ser la mano invisible, la imagen sin movimiento y la dimensión más conocida de todas:
la que no existe,
y tú, Dios auto anulado, dile adiós a tu cáscara,
erosionada luego tu boca antigua y bárbara.
-
Acostado esperarás lo que se viene pesado.
La desconexión es inevitable
y te presentaste tal cual eres…
Un pasillo de espejos, una caja vacía, un texto sin alma.”
-
Ahora por favor… dime con claridad que cuentan tus ideas,
La destrucción es total?
Tenemos que huir del amor?
Se mi agujero negro y yo tu sol
Traga mi luz y cúbrete de vergüenza
Mi culpa será eterna, tú mi orgullo
y del otro lado del puente… el amargo delirio de ausencia.
-
Sí, la destrucción es total.
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