Te abracé esperando sentir tu aroma. “No soy intensa”, me decía antes de conocerte, pero desde las cinco de la tarde pienso en si mantendrás el mismo aroma que tenías hace seis meses, la última vez que te vi. Antes de conocerte me presentaba como una persona hermética, me jactaba de serlo, pero creo que al encontrar a la persona indicada —en ciertos sentidos— una no puede esconderse por mucho tiempo, tanto del resto como de una misma. Así es que yo me abrí completamente, parte por parte revelé mi esencia y, a pesar de tu ausencia, ese retazo sigue presente. Por ello, al cabo del paso de dos temporadas te encontré no en tu aroma, difuminado, sino en tu calidez difundida en mi búsqueda por tu tacto, por tu mirada y en la misma búsqueda, en la no-desilusión. Excusa exquisita, pero excusa al fin y al cabo, esencia, pero no fragancia, sino que contenido natural, te llevo como el bálsamo favorito, irrepetible por ser delicadamente conocido. Ni el aceite más costoso tiene la sujeción de tu recuerdo.
Catalina
Me gusta escribir en mi cuaderno, a veces siento que voy a hacer combustión por ello. Esto me da mucha vergüenza, pero qué más da.
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