Perdóname
por no saber
arrancarte de mi piel,
por no haber aprendido
a desangrar tu ausencia
sin que me ahogue la herida.
Tú impactaste...
dejaste grietas en mis huesos,
cicatrices que no sanan,
un eco de tu voz
incrustado
en cada silencio.
Todavía llevo tu cara
impresa en mis párpados,
todavía tus manos
son un fósil en mi carne,
una marca
que ni el tiempo,
ni el alcohol,
ni las noches vacías
han podido borrar.
Espero que mi dolor
haya sido suficiente pago
para tu tranquilidad,
que mis lágrimas
te hayan dado la paz
que mi amor jamás
pudo ofrecerte.
Quizás mi amor fue un incendio,
una quemadura
que no quisiste sentir,
quizás mi intensidad
fue un grillete,
un peso
que arrastrabas con disgusto.
Te amé con todo
con lo que tenía
y con lo que me faltaba,
pero si mi amor te asfixió,
si mi ternura te sofocó,
si mis ganas de aferrarme
fueron la jaula en la que te ahogaste…
Entonces dime,
¿eres libre ahora?
¿Duerme mejor tu conciencia
habiéndome roto?
Si es así,
llévate también mis recuerdos,
llévate
lo que queda de mí,
porque yo…
ya no me pertenezco.
Me quedé en el lugar
donde me dejaste,
congelada
en una despedida
que nunca supe aceptar.
Me volví sombra
de lo que fui,
un fantasma atrapado
en las ruinas de tu amor.
No sé qué esperabas de mí,
si querías que soltara
o que me destruyera.
No sé si querías
que siguiera adelante
o que me hundiera en la culpa
de haberte amado demasiado.
Pero aquí estoy,
sobreviviendo a duras penas,
esperando que un día
quizás
despiertes en mitad de la noche
y entiendas
que nadie volverá a amarte
como yo lo hice.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión