Fortuna

Todo pasa por algo. Soy fiel creyente de ello. Deben darse ciertas circunstancias en momentos y lugares específicos que harán de la vida algo extraordinario. Debes saber apreciar hasta el más mínimo detalle para darte cuenta de lo afortunado que eres. Así me siento ahora.

No importa lo malo, lo difícil, sólo necesito el bienestar. Sí, el bienestar; el sol del eterno verano en Tenerife, las olas rompiendo en la orilla, el Teide coronando la isla, las vistas desde la terraza de mi habitación. Sólo necesito retroceder el tiempo apenas unos días, volver al calor del hogar donde se deja el corazón y quedarme allí por la eternidad con todos los que me han hecho feliz.

Ha sido bonito, supongo. Sí, bonito, esa palabra tan estándar y cada vez más sosa que los escritores no usan porque es "básica". Pues hasta la misma palabra es bonita. Por su sencillez. La misma sencillez de unas vacaciones junto al mar.

El corazón siente. Yo lo sé. Es por eso que el mío se siente parte de un rincón que se llevó una parte de mí dos veces seguidas.

Sí, Tenerife siempre será mi hogar.