Flores de Camposanto

La locura me envuelve,

Me entorpece y me absorbe,

En la crudeza del pasado que no tiene renombre,

Ni sentido ni razón,

Tan gris y en tornasol,

Cambiante como ignorante,

Mi luz, tan insignificante.

Tan fría y regocijada, mi memoria tan desequilibrada,

Como mis inútiles palabras, que no están escritas ni en verso ni en prosa,

Tan penosas cómo misteriosas,

Mi alma tan asquerosa.

Marchitada como olvidada,

Duerme mi vida en una tumba desolada,

Entre múltiples deseos sin corazón,

Entre multitudes que no tienen compasión,

Que solo apagan tu luz interior,

Que no quieren verte brillar por ninguna razón.

Soy la flor seca de un panteón,

Soy las heridas que no tienen salvación,

Soy sombra que no tiene cuerpo ni concepción.

Porque el sol se vuelve tenue en este paradigma sin final,

En la dicha de querer otra oportunidad,

Porque cuando estoy contigo es como estar vivo, aunque eso se haya quedado en el olvido.

Vivir en la muerte que nos condena,

En cada luna roja que nos rodea,

De apreciar la reencarnación de nuestras almas, en un magnífico anochecer,

Que deslumbran nuestros cuerpos en vidas por conocer.

Y cuando estemos en la sima de nuestra realidad,

Caeremos en el olvido, que nos aplastará.