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Flor de Piel
Han de ser exactamente diecisiete años desde que mi vida comenzó una carrera que creía interminable y victoriosa, pero en un abrir y cerrar de ojos, llegué a la meta en la que no habría retorno. No importaba en que posición cruzara la llegada, de igual manera no saldría ganando. Aún siento tan fuertemente esas terribles sensaciones, que parecía que fue ayer. La soledad era tan intensa que, aunque creyera que encontraría gente a mí alrededor, me sentía varada en medio de un océano sin ninguna señal de vida; el sollozo se convertía lentamente en un llanto desgarrador que me ahogaba a tal punto de no poder respirar. El aire se volvía retorcido desde entonces; mientras en mi cabeza trataba de esclarecer en que circunstancias llegué a este hecho irreversible. Me era difícil el pensar de manera optimista,simplemente se avecinaban por el panorama de mi mente todo lo que a lo largo de mi existencia habia incorporado;múltiples conocimientos,como matemáticas, historia, biología, literatura, entre otras tantas cosas. De cada uno pude sacar una relación entre conceptos para explicar circunstancias cotidianas que nunca pude entender. La literatura me enseñó el significado y valor de las palabras , pero que varias de ellas no son correctamentellevadas a cabo. Matemáticas, por ejemplo, que la vida es una ecuación ,y cada componente es un obstáculo, los seres humanos somos un número y la incógnita es qué será de nuestra vida. La Historia me demostró que estamos en una línea de tiempo, que dejamos una huella.Para bien o para mal,pero que esto último es extremadamente importante porque puede afectar cualquier suceso para el resto de las personas. Biología,me hizo creer que cada individuo tiene solo la función de reproducirse ,y morir. La evolución también, pero la descarté por distintas situaciones.
Todo termina siendo una jaula sin puerta, cerrada completamente ante la idea de algún cambio. Durante mucho tiempo cuestioné si realmente a todos nos enseñaron valores y respeto,o cierto grupo de personas está programada para cumplir con lo impuesto. Y de ahí sale una variante,totalmente diferente a lo que planteé antes. Abrí los ojos al notar que libertad no hubo nunca,el respeto lo tenía quien creía que lo merecía,y la seguridad ,además de ser un privilegio como el resto de las cosas, se perdía al primer planteo que se hacía cuestionando el por que de las cosas. Te juro, que en la actualidad no es tan diferente. Naturalizan las acciones dañinas del hombre,la crueldad, la desigualdad y los prejuicios. Más allá de lo verbal,ya se vuelve físico. El instintivo deseo de reproducción sobrepasa cualquier límite impuesto,y es verdad que morimos, pero en este caso, no de viejos o muerte súbita.Nos matan.Nosdesgarran,abandonan,nos apagan. Después de todo, comprendí que el ímpetu del hombre,no es cuestión de biología, si no de educación. Están quienes creen que el respeto merecido se mide al tamaño de la ropa que traes puesta,en el horario en el que caminas sola o al lugar al que vas o estás;si tienes pareja o no y miles de pretextos más;Los que te silban y gritan obscenidades que los oidos no quieren escuchar, los que te tocan como si fueras una manzana y necesitara corroborar su madurez. Los que te persiguen cínicamente, como el auto gris que viene a paso lento siguiéndome hace dos cuadras atrás. Se activa el instinto de supervivencia cada vez que pones un pie en la desolada calle. Me empieza a hervir la sangre, mi mano se cierra apretando fuerte los dedos esperando el impacto.Mis pies dan pasos agigantados al mismo tiempo que se estancan sin poder avanzar.
Acelero el paso, No hubo manera de regresar, me había adentrado en un laberinto infausto.En ésta vorágine de sentimientos no caía en la cuenta que podría ser víctima de un femicidio. Después de tanto tiempo, continúa siendo inexcusable aquella tan hipócrita acción. Los helados escalofríos erizaban cada parte de mi cuerpo, desesperándome, al mismo tiempo, la oscuridad se apoderaba de mí. En un momento, ya no tenía dimensión de cuan grande era el daño causado en contra de mi voluntad. Pedía ayuda a gritos silenciosos en busca de una cura al dolor. Mis manos encadenadas pretendían hallar una salida donde se cumpliera el deseo de sentir el tibio aire de libertad entre los dedos, aunque mis pies se quedaran quietos en el mismo lugar.A pesar de que quisiera que todo tuviera un rumbo normal, no hallaba una luz que pudiera emergerme a la salvación de algún dios, aunque fuese atea. Él disfrutaba verme caer, adoraba su poder, admiraba mi sufrimiento y anhelaba mi muerte. Le resultaba sicalíptico verme indefensa, observaba con cinismo como mi cuerpo se desgastaba, como se me quebrantaba la piel desde lo profundo y poco a poco colapsaba “gracias” a los frutos de su tortura. Mi mundo se iba llenando de pequeños destellos azules y morados; la sangre hervía y fluía como el Mar Rojo, dónde en él, se encontraban pizcas de identidad que ayudarían a reconocerlo. En cada espacio restante de piel, había una grieta, profunda como un cráter que de allí surgían mis últimos minutos de vida. No era algo habitual. Estaba padeciendo el terror más grande de todos; ese que alimentaban las pantallas de TV de miles de personas, con la noticia de que una más como yo, dejó de existir.
Necesitaba creer que este no sería el caso, pero estaría mintiéndome. Sabía que no podía cambiar lo que aún no sucedía, aunque necesitara hacerlo, sabiendo que si daba un paso en falso, llegaría el fin de todo. La única esperanza que arañé, fue la que se encontraba bajo mis uñas, pero no era para mi, era para todas esas que se torturaban por el miedo de ser sometida a este hecho atroz. Les otorgaba cierta certeza que manteniendo “el problema” bajo control, se encontrarían a salvo. Para él era algo sencillo, era una persona nefasta que no generaba más que rechazo ante cualquier persona sesuda que no haría eso jamás.
Su morbo era increíblemente repugnante, pero “normal” bajo su criterio. Entre risas, me susurraba al oído: -“La vida es corta, pero para vos mucho más, nenita, que descanses en paz “-.Y así fue. Pasé mis últimos instantes pensando si su sevicia realmente se había ocasionado por mis propios méritos, me cuestionaba si me lo merecía, o sólo fue una mala pasada de la ruleta rusa de la vida. Mi tiempo se había acabado antes de empezar, no tenía solución. Lentamente me fui apagando como una vela que daba una mínima iluminación a la inmensa oscuridad del alma. Entre lagrimas, suspiros, decepción y agonía, iba abandonando de a poco, mi esencia, mi cuerpo, mi voz, mi vida, mi “YO”.Era un “hasta pronto”, pero aseguraba una partida sin regreso. Solo en los descendentes tictac que oiría hasta finalizar mi vida, esperaba y deseaba ser la última y que nadie mas pase lo que yo.
En memoria de todas las mujeres
Y niñas victimas de Femicidio.

Zoe Yotoff
Tengo 21 años. Escribo desde los 11,presentando mis obras en cada oportunidad que se presente. Busco e intento crear escritos que lleguen a lo más profundo de quien lo lee 🖤
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