Finde largo

Hoy llegué del colegio con 38.5 grados de fiebre y dolor en todo el cuerpo. Y, sin embargo, las comisuras de mis labios están un poco inclinadas hacia arriba, porque tengo la excusa perfecta (y verdadera) para no salir de mi casa todo el fin de semana largo: no puedo, estoy enfermo.

Con escalofríos, presión en la cabeza y un cuerpo debilitado, ya me imagino con una taza de café, un libro y mis auriculares, tapado con sábanas hasta la nariz. Por la ventana de mi cuarto, veo la tarde nublada. Las hojas marrones revolotean por el aire y el ronroneo suave del viento gira alrededor de la casa, protegiéndome del afuera. Adentro, la luz suave de mi velador ilumina con calidez y me hundo con el peso de las frasadas. No sé si seré un bicho raro, pero este es el finde largo que me espera: un viaje al centro de mi cama .