Allí te encontré en el tercer párrafo de la página 181, jugando con las sílabas, con mi corazón en manos.
Por fin, vislumbre que solo eras un espejismo, la vía de escape de la caótica rutina.
Eras la suma de mis mayores deseos, los dispersos fragmentos de algún vago recuerdo.
Mi jardín secreto, al que llené de hortensias y tulipanes, que cuide con orgullo y gran esmero.
Mi cuento para dormir favorito, la delgada línea entre la cruda realidad y mi fantasía.
Daria mi alma, por verte hecha de carne y hueso, porque fueses mía.
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