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Dejo fermentar,

En un frasquito con olor a jazmín,

Las palabras que no puedo decirte

Porque te asustas del sabor a deseo.

Preparo una mezcla de mate con azúcar

Y ruego que el primero

No sea tan amargo.

Batir las claras hasta que se pasen

Nunca es suficiente con vos

Porque el tiempo nos queda chico

Y de la boca me resbalan las pupilas.

Enmantecas la bandeja donde estiro la masa que te traigo.

Con cuidado, que no se rompa

Y si se quiebra

Y si ves a través de las arañas

Y si espias un poco por el hueco que forma mí paladar

Podes ver lo que realmente hay abajo.

Olor a caja llena de caracoles

Una pizca de vos que regalas

¿Y después de eso decís que tenés miedo del sonido de mí respiración?

En tu pecho

En tu boca

En tu oído

En tu centro

Te mordes los labios y das vuelta la hora. Sacudís la cabeza y vuela el sueño que tuviste el día que nos conocimos.

Sentís lo que es perder de vista la costa,

Sentís la deriva en el fondo de un vaso,

Sentís la locura de quedarte varado en la marea,

Y no poder romper la superficie del agua calma.

No hace falta subirse muy alto

Para ver cómo ves lo que hay detrás del ropero.

No hace falta que te tires de cabeza

Para entender que no le tenés miedo

A volar con los ojos cerrados.

No hace falta que te cambie de color la mirada

Para revisar sin permiso el cajón de sombra y luna

Que guardas debajo de la cama.

Cerras y abrís los ojos

Y temés a lo que pueda haber adelante.

Cerras y abrís la boca

Y temés a lo que pueda salir de adentro.

Cerras y abrís la puerta

Y tentas a quien sea lo suficientemente valiente

De quedarse a cocinar con vos.

Vos le decís miedo.

Le pusiste nombre y apellido al deseo de querer.

Lo sacaste a pasear

Altanero

Desbocado

Atorrante

Invencible

Le diste lugar al los pies de la cama

En el centro de tu espuma

Donde rompe la ola, dejaste que crezca

A paso de liebre que corre de un perro hambriento.

Vos le decís miedo.

Le diste la mano

Y el codo

Y el hombro.

Bailas con el terror de quedarte con ganas de repetir.

Saboreas los restos del plato,

Te chupas los dedos

¿Y después de eso decís que tenés miedo del sabor de mi piel?

El miedo nunca supo tan bien

Si no tenés a qué tenerle miedo.

Florencia Laura Martinez

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