mobile isologo
buscar...

Febrero / 2024

2003

Jul 31, 2025

77
Empieza a escribir gratis en quaderno

Fue hace años cuando por primera vez, escuché aquella vieja historia... El hilo rojo del destino.

Me la contaron como un cuento bonito, una manera de creer en el amor y su fantasía: dos almas unidas por un lazo invisible, indestructible, que las llevaría la una hacia la otra sin importar el tiempo o la distancia. Más sin embargo, yo, niño terco y escéptico, nunca creí en esas cosas.

Me crié pensando que el amor era un acuerdo de voluntades, no de fuerzas místicas, no una causas de destino, ni fabulosas casualidades. "Recibirás lo que mereces", me decía una y otras tantas veces, y con eso me bastó.

Hasta que un día, simplemente llegaste tú.

Tu llegada, trajo consigo su propia leyenda: un listón blanco atado al dedo anular; el símbolo de una unión tejida con paciencia y elección, no con predestinación. Me hablaste de su significado con una emoción tan suave que casi logró ablandar mi escepticismo. Dijiste que representaba la pureza de un amor consciente, un vínculo que no dependía de hilos invisibles, sino de manos que se eligen todos los días.

En ese momento, algo en mi "inquebrantable" lógica racional se resquebrajó. Porque ¿qué es el destino sino la suma de decisiones que nos llevan a ciertos momentos? ¿Y qué es la fe, sin un feligrés devoto que apuesta su todo por algo aunque no lo entienda de pies a cabeza?

Ahora, cuando miro tu mano, imagino ese listón blanco rodeando tu dedo como un anillo de promesa y a mi mismo, sosteniendo tu mano. Finalmente, he parado de preguntarme si merezco o no este amor.

Me limito a atarlo fuerte, porque nuestro vínculo es lo único que se siente seguro, lo único que se siente real.

2003

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión