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Fé en el olvidar.

mirla#52

Jun 28, 2025

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Fé en el olvidar.
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Arrastré los pies por toda la habitación buscando el paquete de cigarrillos [el mismo que había podido dejar medio año atrás] evidentemente, mis pies no eran capaces siquiera de levantarse unos centímetros para dar un paso. Era tanto el dolor que se volvió más pesado mi cuerpo. Me dejé caer en la cama, tal y como lo había hecho los últimos tres días, sin falta, a la misma hora.

El chispazo del encendedor me llevó directo a los recuerdos. Ella y yo, recorriendo todo Buenos Aires. Durante un año no hubo una sola noche donde esa ciudad no tuviera nuestras huellas por cada rincón, y nuestra marca siempre fue [decir que fue, y no que seguirá siendo, me obligó a inundar mis pulmones de humo] dejar nuestros restos de colillas juntos. Es lo único que queda de nosotras en Baires.

El humo escapó de mis labios con la misma suavidad con la que...

Abrí los ojos. No podía, no quería recordar, pero me resultaba un imposible, incluso con los ojos abiertos recapitulaba todos los momentos.

Cada cigarrillo que me fumaba era un recuerdo diferente; ella y yo, en la cama, riéndonos como dos adolescentes después de hacer el amor. Ella y yo, recorriendo la ciudad sin límites. Nada nos alcanzaba nunca, las dos compartíamos ese hambre de más. Siempre más. Después estaba yo, atrapándola mediante el lente de mi cámara; cada vez que sonreía, el pucho entre sus dedos, su silueta entera, hasta su sombra capturé. No quería que hubiera una sola cosa de ella que no estuviera inmortalizada. Incluso su risa permanece resguardada en un video que ahora resuena en mi cabeza.

Todos los meses sin falta iba a cada esquina donde había quedado nuestra marca, pero ni siquiera las colillas de los cigarrillos estaban. Para mí la nicotina no tiene gracia si no es compartida con ella.

Nací despidiéndome, pero algo de lo que queda de tu sombra me mantiene acá todavía, escribiéndote. Te busco incluso en los nuevos rincones de la ciudad por los que todavía no cruzaste. El viento me tortura trayendo consigo un atisbo de tu perfume, el mismo que usaste la última noche que nos amamos, el mismo que me embriagaba cuando repartía besos por tu cuello y mordía tu piel y nuestro anhelo carnal por pertenecernos lograba acelerarme el pulso.

Yo todavía te amo, en silencio y con el pecho abierto que deja entrever un corazón que a-penas palpita rítmicamente tu nombre.

No sé y nunca supe hablar de finales, pero sé hablar de vos, y más aún, preguntarme: ¿qué es esto que me hiciste ser? ¿por dónde fuiste? ¿estarás recorriendo una nueva ciudad? llevo meses y todavía no encuentro nada que te siga.

Cuando miro el reloj, ya es de noche otra vez. Cuando miro el calendario, ya es otoño otra vez. Sigo arrastrando lo pies, camino por B. Justo, Soler, Juramento y Armenia, y me doy cuenta de que nada sirve, porque aún cuando me paseo por las calles que todavía guardan nuestras huellas fosilizadas, estás lejos de mí, en un lugar donde ya nada te alcanza. Te tengo que dejar libre, me digo a mi misma, porque nada sirve. Me encierro en mi torre de marfil y procuro no pensarte.

Toda reserva de lo que de aquello tenía, habita en lo que tuvimos. Lo único que me queda en las manos ahora es un último cigarrillo y un lápiz, intentando convencerme de que las despedidas son efectivas aunque la tinta logre a duras penas retratarte otra vez.

mirla

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