Fantasías

¿Querés que te cuente mis fantasías? Es la única forma enferma de erotismo que has dejado. Quedé hasta rota para eso.

Pero cuando se trata de vos, puedo transformar me en una parte, transmutar una parte y cada tanto se me ocurren fantasías.

A veces no me quiero ir del mundo sin cumplirlas, solamente por cómo me van a hacer sentir por un momento.

Me gusta estar sola en la ducha y fingir que entrás al baño. Un poco sin preguntar.. otro poco fingiendo que preguntás. Me gustaría estar encerrada entre vos una pared y la lluvia. Me averguenzan los datalles.

Asumo que estamos en una habitación con ventanas grandes, dónde dá el sol pero nadie puede vernos. Una brisa de verano mueve las cortinas blancas, un poco traslúcidas. Se mueven lentamente formando una onda que no descansa. Estoy sentada en el piso al lado de la cama, haciendo algo en la notebook. Hay algo de que me gusta que me interrumpas un poco. Te imagino parado ahí hablando de cualquier cosa. Prefiero que lleves la forma y el contenido de la conversación. Quisiera que todo sea tan natural como la propia situación, me gustaría estar entre tu cuerpo y la cama.

Todo es maravilloso y un tango fantástico hasta que mi pecho no puede contener los hormonas desreguladas de un cuerpo desregulado. Consecuencias de intentar contener una psiquis maltratada y abusada. Un cuerpo sano que manifiesta las consecuencias del abuso invisible, salvo por sus efectos. Todo aparece como una tormenta que se mueve en forma espiralada de infinita. Ya no puedo.. ni con vos ni con nadie. Y ahí es dónde el erotismo se va a la mierda. Y no puedo y no debería poder nunca. Esa capacidad de perderme completamente en una simple caricia y sentir la completa libertad, la capacidad normal de que algo o alguien me guste. Tampoco puedo disfrutar de eso.

Y disfrutar de sentir, de vivir, de otrx y del cuerpo propio también es importante.

Es otra de las cosas que resta.