¿Cómo no sentirse vacío cuando todo a tu alrededor es ausencia?
Lejos de la superficie, en el inframundo, en lo profundo del mar; la luz no llega, el calor tampoco.
Me abrazo más a la frazada para contenerme, para no congelarme, para no temblar tanto que sienta ganas de llorar.
No puedo ir más rápido qué mi corazón, pero mi cabeza sí. Algo que se arruga en mi pecho, se contrae, me duele, me molesta.
Siento como si mis cuerdas vocales quisieran decirme algo, cómo si estuvieran a punto de eclosionar.
Presión, dolor, angustia, y ese líquido que se acumula a cada lado de mi cara amenazando con salir.
A veces me cuestiono demasiado todo, me paso de rosca.
Me pregunto sí este es el camino correcto, si este es el plan que Dios tiene para mí.
Si soy lo que esperaban de mí, si soy lo que la sociedad y la vida misma necesita, o soy tan solo otro pedazo de basura particular ocupando un espacio innecesario en la existencia misma.
¿Soy solo un cuerpo o alma también?
¿Merezco ser categorizada acaso? ¿Merezco ser nombrada?
Que dificil es pelear contra esta existencia, y ni siquiera es qué ella misma quisiera pelear conmigo. Yo misma busqué estar donde estoy, yo misma lo ocasioné. Yo misma me embarré.
Más de una vez en el día me pregunto si Dios existe, pero más me pregunto si yo soy digna de existir.
¿Yo existo?
Según la filosofía moderna, si tengo tiempo y el aliento suficiente para escribir esto, debería. Entonces existo.
Mientras escriba o me dedique a escupir mis pensamientos, voy a existir. Y el día que ya no lo haga -que ojalá sea pronto- ya no.
No sé si estoy lista para abandonar este mundo. No sé si estoy lista tampoco para quedarme. Creo que nunca lo estuve.
Me siento más que pérdida.
Me siento como cuando te acercas a ver algo de curiosa y una fuerza externa te empuja hacía ese abismo que nunca termina, oscuro, profundo.
Cómo que al principio no entendés nada. Gritas, pataleas o te removés como podés intentando lo inevitable, ya después lo vas asimilando. Te acostumbrás. Te acostumbrás a vivir en ese sentimiento de caída constante.
No podés controlar nada, ni siquiera a vos mismo, ni siquiera tu propia caída. No lo podés evitar. No podés evitar el fracaso, ni la angustia, ni el sufrimiento, ni nada de lo evitable. No podés evitar la caída, ni la muerte que te podría provocar ella misma. Ni aquel sentimiento de insuficiencia cuando por fin caés y te partís en mil pedazos, quedando invalida, inmóvil, inservible.
Fracasé, me dije a mi misma. Tal vez fracasé, y esta vez es enserio.
¿Cómo sobrevivir a eso? ¿Cómo levantarse y querer seguir respirando, intentandolo? Si cada día me despierto y vivo una vida que no quiero. Vivo una vida que, en teoría, estoy creando, pero parece que me tomé 400 pastillas antes de sentarme a escribir el guión.
Ahora está tachoneado, ahora no me gusta, no me convence.
Dios; si existís, quisiera una respuesta. Quisiera una pista de sí estoy yendo por buen camino. Una señal de que todavía vale la pena intentar permanecer en la paz, en la calma, de ser buena, de ser cuidadosa, de pensar estrategías.
Mi vida es jugar a un cubo rubik sin resultado alguno. Vuelvo siempre al mismo resultado: la nada misma. El fracaso. La frustración.
No sé cómo evitar que los traumas del pasado me sigan acechando. Es como si siempre tuvieran la necesidad de acompañarme. Y todavía no tengo un mango como para financiar a algún boludo que me los retenga.
Últimamente pienso mucho en esto.
En mí, en quiénes formaron parte de mi, en los que están, en lo que yo fui.
Y me pregunto si existe alguna otra historia escondida que nunca vió la luz, pero que existe y que cuenta otra historia. Otra versión de mi misma vida que cuenta otros escenarios, tan posibles como que esta vida material tiene fin.
Me niego a pesar que esto es todo. Me niego a pensar que capaz nada va a cambiar nunca y que mientras el tiempo pasa, yo me dedico a fingir demencia sentada en la cama sin hacer nada por cambiarlo. Confiada. Satisfecha, con la mediocridad que me ofrece esta realidad. Harta.
Capaz mi ego es demasiado grande, capaz es más que yo. Más de lo que puedo soportar, de lo que puedo controlar, reprimir, entender.
Quiero ser libre, y ojalá entender realmente a qué me refiero cuando lo digo.
Porque a esta altura solo entiendo lo qué siento, así sin más.
¿Esto es como una especie de carta suicida o simplemente una recopilación de todos los sentimientos y pensamientos de mierda que tengo para después ser categorizados como síntomas prematuros de una depresión?
Qué asco.
No quiero sobrepensar más.
Solo por hoy… ¿Bastará?
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión