La existencia es catastr贸fica para quien todo lo sufre,
para quien todo lo llora y para quien todo lo siente.
La carga del ser es una herida infinita,
un peso que se despliega en cada fibra de quien lo padece.
Cada amanecer trae consigo la agon铆a,
un enfrentamiento con la esencia del absurdo.
El sufrimiento es el eco de la conciencia,
una grieta en la aparente normalidad del mundo.
Para quien todo lo siente, la vida es un laberinto,
un constante choque entre el deseo y la realidad.
La l谩grima no es solo un signo de tristeza,
sino la marca de una lucha por encontrar sentido.
El llanto es la respuesta a lo incomprensible,
un reflejo de la fragilidad humana.
Cada emoci贸n, un recordatorio del vac铆o,
cada dolor, una confirmaci贸n de la existencia.
La sensibilidad extrema no es debilidad,
sino una forma de resistencia ante lo insensato.
Para quien todo lo siente, vivir es un acto de rebeli贸n,
una afirmaci贸n del valor en un mundo indiferente.
As铆, en la catastr贸fica existencia,
hay una extra帽a belleza en la persistencia.
En el sufrimiento y la alegr铆a, en el llanto y la risa,
se encuentra la esencia de lo humano, la raz贸n de la vida.
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