Nos vamos y no vamos a volver.
Antes de nuestra partida recogeremos los cuerpos de los compañeros caídos en batalla: los poemas que escribi, las cartas que no leíste, aquellos mensajes muertos en papeles de cigarrillos.
Nos iremos no sin antes rendirles el homenaje que se merecen los que pelean por su patria hasta la muerte. Será breve, el territorio es hostil y los restos de la guerra siguen aquí.
La culpa es peligrosa pero no nos va a ganar. Si no partimos antes fue por fe, fue por lealtad.
Nos preguntamos (yo me pregunto más que nadie) ¿habrá valido la pena cada batalla? y ¿cada derrota?
Todo lo que dejamos acá, todo lo que pedirmos acá.
Pienso en esa derrota y en la penosa posicion en la que nos deja, creo que nada vuelve a su lugar pero en realidad todo vuelve solo que incompleto.
Perdimos y pedirmos también a todo nuestro ejército. Faltan los sueños y las palabras.
No hay consuelo para los perdedores y el pronóstico indica un largo duelo.
El exilio es devastador y reina el miedo. Nadie nos espera, nadie nos reclama.
La guerra se llevó casi todo menos la última semilla de esperanza que guardamos debajo del corazón donde los vientos, el frío y la crueldad no pueden entrar.
Será plantada con fe y con ternura en la primera tierra que nos reciba. Será regada todos los días, será protegida con el calor de la justicia.
Y crecerá en forma de amor.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión