¿Y si en vez de llorar reímos hasta olvidar las heridas? Solías decir que teníamos que exagerar la risa para que la tristeza duela menos.
Te hice un espacio en mi cama para que cuentes ovejas antes de dormir y las dibujes en mi piel. Ahí, donde tus recuerdos bailan con mis demonios y le escriben cartas a la muerte, que del otro lado de la luna espera paciente a que soltemos las viejas versiones de nosotros para llevarse los cadáveres de lo que fuimos. Que ya no sirven ni de ejemplo.
Yo te pedía que cierres los ojos, nunca me hacías caso; entonces te decía: "Con los ojos cerrados sentís más". Y me lanzabas tu sonrisa de burla que no cree en lo que yo creo.
Si después de tantos días, si después de intentar escapar, hay algo que aún te hace querer volver, no me preguntes a mí, preguntale a mi alma. Ella siempre te quiso un poco más que yo. Ella siempre te protegió de mí.
Ella sabe distinguir entre extrañarte y necesitarte. Uno es un egoísta, un impostor. Pero no soy yo quien hace las entrevistas.
Y aunque buscarte es perderme y no quiero arriesgarme, si algún día el mundo te dice que no, yo voy a decirte que sí... siempre.
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