Eugenio cuenta un poco sobre la historia del Blue Dream.
Jul 12, 2024
—¿Y no hablarías ni por una botella de vino?—dijo Galeano, tratando de persuadirlo.
—¿Tienen?—dijo el hombre, volteando su mirada a Galeano, hablando con una voz sorprendentemente suave y quebrada.
—Claro… te puedo dar una botella si me hablas de quién o qué fue lo que trajo esta bruma.
—Primero… muéstrame esa botella de vino que dices tener…
Galeano retrocedió un paso, se quitó la mochila y abrió un cierre. De adentro sacó una botella de vino llena.
El hombre asintió levemente, y sin decirse nada los dos, Galeano guardó la botella, dejó a un lado la mochila y se acercó un banco para sentarse a conversar con este hombre.
—¿Tardarán mucho?—dijo Irys, con una cara de angustia.
—Tranquila… sólo serán unos minutos—respondió Galeano.
—¿Tienen prisa…?
—Es por… toda esta bruma que… nos marea—repuso Galeano.
—Ah… si… la bruma.
El hombre, luego de decir esas palabras, se quedó mudo. Estaba mirando hacia Galeano, cuando hizo una larga pausa con su boca abierta, dejando caer gotas de baba en el suelo. Luego, se dio vuelta y se apoyó en la barra, agarró con las dos manos la botella de vino que estaba tomando y se la acercó a la cara, y se la quedó mirando un buen rato. Volvió a darse la vuelta, está vez hacia el otro lado, miró hacia la nada, y asintió.
—Creo que no nos hemos presentado—dijo Galeano con la cara arrugada, preocupado por el hombre—... Mi nombre es Galeano. Ella es Irys, Bara, y Jim.
El hombre al escuchar hablar a Galeano, volvió a darse la vuelta muy despacio hasta topar con los ojos de él, y ahí se quedó. Parecía haber perdido la razón y el conocimiento. Parecía perdido, como si su memoria se hubiera borrado de repente.
—¿Y tu nombre?—le dijo Galeano.
El hombre agachó la mirada un momento, y al fin, respondió:
—Eugenio…—fue lo que pronunció, con una voz débil, como si fuera su último aliento.
Después de decir su nombre, se irguió y tomó un trago de vino.
—Si… perdón. Eh… la bruma—dijo, limpiándose la boca con la manga de su camisa harapienta—. Les contaré… em… este…
Eugenio había recobrado las energías repentinamente, chasqueo los dedos en busca de la palabra que tenía en la mente y alzó la mirada, mucho más energético.
—Chico. Eso. Hubo un chico hace seis años, fue el causante de todo esto. Él… perdió a alguien muy especial. Muy especial para él. Y no pudo. No pudo con el dolor. Y lloró días y noches en la tumba de su amada.
—Está bien—interrumpió Galeano—... tomate tu tiempo, calmate, y explicanos tranquilamente la historia.
—Si—Eugenio dio un gran suspiro—... fue hace seis años. Hubo un chico que vivía en el Marcus; un día perdió a alguien muy querido, y entonces no lo pudo soportar y, nadie sabe cómo, pero se dice que su tristeza fue tal, que hizo explotar aquella zona, el cementerio en el que se encontraba llorando. Se dice que desarrolló algún tipo de habilidad, y entonces explotó todo. De aquella zona, del cementerio, de él surgió la bruma.
El hombre había empezado a temblar, pero dando un gran trago de su vino, se calmó y continuó relatando:
—Pero se dice que él, ese desgraciado… no murió. Hay quienes cuentan que han escuchado una voz, un quejido proveniente de entre la más espesa bruma, en el centro del Marcus… en el cementerio. Yo no lo sé… esas personas quizás ya estén muertas, quizás ya se hayan suicidado. Eso te provoca la bruma… tiene… un… efecto enfermizo—terminó de decir, agitando su cabeza de un lado a otro, negando fuertemente lo que sea que esté pensando o pasando por su cabeza.
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