Entre cada aventura, un día tomé
un alto sin pensar que encontraría
esa casa de nuevo. Te vi regando un rosal,
ya habías limpiado el jardín de todo mal.
No sabía cómo actuar, temblaba,
el corazón dudaba, pero algo en mí te buscaba.
Sin pensarlo, caí en tus brazos rendida,
como si nunca te hubieras ido de mi vida.
Tus labios en mi mano, suaves, callaban,
y creí, que te quedabas.
Me mirabas con la calma de quien ya conoce,
y prometías quedarte, aunque esas palabras ya las conocia.
Sola entre vitrales de sueños rotos,
volvías sin aviso, en días remotos.
Yo tejía futuros con hilos gastados,
y tú llegabas como si no te hubieras marchado.
Pero el tiempo, frío como el mármol gris,
hizo ruinas de lo que un día construí.
Hice las maletas con pocas memorias:
tu risa, tu sombra y viejas historias.
Quise guardarte, pero no cabías.
Pensé que entendería, que aún te quería.
Corriste por mí, quizá sólo en mi mente,
y ahora solo queda tu ausencia presente
y esta vida sin ti, eternamente.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión