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Estricnina #002

lu.d

Aug 29, 2025

96
Estricnina #002
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Informe de autopsia: 

Fecha: 12 - 03 -2024

Lugar: 3 de febrero 4036, Hospital General.

Hora: 11:09

Número de autopsia: 2024 - 1023

Realizado por: Dr. Carlos Mendoza, Médico forense.

Certifica: Que dando cumplimiento a requerimiento fiscal se ha realizado la respectiva autopsia de ley en el cadáver de sexo masculino, con edad real de: 57 años y edad aparente de 60 años. Estado civil: casado con Isabel Martinez. 

Identificación: 

Nombre del fallecido: Juan Alberto Martinez

Edad: 57 

Sexo: masculino

Fecha de fallecimiento: 12 - 03 - 2024

Resumen del caso: El 12 de marzo de 2024 Juan Alberto Martinez fue encontrado sin vida en su domicilio, en su propia cama. El individuo llevaba puestos unos pantalones de pijama de color gris, junto a una remera blanca manchada con sangre. Se puede observar un collar de oro en su cuello y un anillo de matrimonio en su mano izquierda. El informe inicial de los servicios de emergencia sugiere un posible caso de envenenamiento. Tras una evaluación preliminar y confirmación de sospechas, se procedió a realizar una autopsia para determinar la causa exacta de la muerte y recolectar evidencia adicional. Además, se reportó que el fallecido no habría de tener buena relación con su esposa y presentaba signos de violencia física.

Historial médico: el fallecido era un hombre de 57 años con antecedentes médicos de hipertensión arterial y diabetes tipo 2, controladas con medicación. No presentaba historial reciente de enfermedades infecciosas o condiciones agudas que pudieran haber influido directamente en su muerte.

Examen externo:

Lesiones y fenómenos cadavéricos: el cuerpo se encontraba en rigor mortis por la rigidez intensa, con una temperatura de 35,5℃. La hora aproximada de muerte es 01:00/03:00 am.

Constitución: El cuerpo presenta una contextura media y un estado general de desnutrición moderada.

Signos Vitales: Ausencia de signos vitales

Contusiones o Lesiones Externas: 

  • Se observan múltiples rasguños en la piel, principalmente en la parte superior del torso y los brazos.

  • También se detecta la presencia de manchas de sangre en la ropa del fallecido, que parecen coincidir con los rasguños observados.

  • La piel presenta un color cianótico en tonos difusos, especialmente en labios y extremidades.

Examen interno:

Sistema Cardiovascular: El corazón presenta un engrosamiento de la pared ventricular izquierda, compatible con hipertensión crónica, pero sin lesiones agudas evidentes.

Sistema Digestivo: El estómago muestra signos de irritación y congestión, con la presencia de una sustancia viscosa de color oscuro en el contenido gástrico. El intestino delgado y grueso están relativamente normales.

Sistema Respiratorio: Los pulmones muy aumentados de volumen, pesados al tacto, con edema pulmonar intenso. Al corte, exudan espuma sanguinolenta en gran cantidad. Presencia de petequias subpleurales y en la mucosa traqueal, compatibles con asfixia mecánica funcional. Músculos respiratorios, especialmente el diafragma, muestran rigidez persistente producto de contracción tónica prolongada..

Sistema Nervioso Central: El cerebro muestra signos de edema cerebral leve, sin evidencia de hemorragia o infarto.

Toxicología: Se enviaron muestras de sangre, orina y contenido gástrico para análisis toxicológicos detallados. Los resultados preliminares muestran una alta concentración de un agente tóxico específico, confirmando el envenenamiento.

  • Agente Tóxico Identificado: Estricnina.

  • Concentración: Superior al umbral letal conocido para este tóxico.

Conclusión: La causa de la muerte de Juan Alberto Martínez se ha determinado como envenenamiento por estricnina. La presencia de estricnina en concentraciones letales sugiere una ingesta intencional o forzada del tóxico. Además, el examen físico revela múltiples rasguños y manchas de sangre en la ropa del fallecido, lo que indica una posible confrontación física antes de la muerte. Estos signos de violencia y el contexto de una posible pésima relación con su esposa añaden una dimensión importante a la investigación. La ausencia de lesiones internas significativas sugiere que la violencia física no fue la causa directa de la muerte, pero sí puede haber jugado un papel en el contexto general del caso. Se recomienda realizar una investigación exhaustiva para determinar el origen del tóxico y el papel de la esposa del fallecido en los eventos que llevaron a la muerte. La combinación de envenenamiento y signos de confrontación física indica la necesidad de un análisis detallado de los antecedentes personales y las circunstancias recientes del fallecido para avanzar en la investigación criminal.

***

Cuando en el altar dicen hasta que la muerte los separe uno no espera llevarla escondida entre los dedos. Sin embargo, lo que me sorprendía no era que uno de nosotros acabará con el otro, lo que realmente llamaba mi atención es que eran mis manos las que derramaban sangre pero eran sus muñecas las que estaban encadenadas a morir. De algún modo retorcido existía un sentimiento en lo más profundo de mi alma que saboreaba esto como una victoria, cada vez que mis pulmones se llenaban de oxígeno. 

Observo a la mujer frente a mi, tiene una mirada perdida, fría, incluso diría inquietante. En mis veinte años como jefe de policía he cubierto muchos casos pero es el primero en el que estoy delante de una posible homicida antes de ser etiquetada como tal.  

–¿Puedes describir cómo se enteró del fallecimiento de su esposo y qué sucedió exactamente en las horas previas a su muerte? 

El impacto fue contra un espejo. Mis piernas se debilitaron y mis manos  amortiguaron la caída en un baño de sangre que dejaron los cristales incrustados. Desde su altura me miraba con asco. El me repetía que no servía. Pero no podía huir, donde sea que corra él me encontrará. Siempre me encuentra. 

Durante muchos años Juan y yo intentamos concebir un hijo. Los médicos dijeron que mi cuerpo no estaba hecho para traer una vida al mundo, pero él insistió. Nuestros ahorros se fueron en tratamientos fallidos y horas en el hospital. El problema era yo. Yo estaba rota. 

El paso del tiempo solo hizo que terminemos encerrados tratando de destruirnos mutuamente. 

–Me enteré del fallecimiento de Juan cuando la policía llegó a nuestra casa. La última vez que lo vi estaba allí, y tuvimos una discusión por la tarde. Después de eso, se encerró en su habitación y yo me fui. No supe más hasta que me informaron que lo habían encontrado muerto.

Su voz se sostenía firme, como si tratase de convencerse a ella más que a mi que lo que decía era la verdad. Su mirada se alzó por primera vez, me observó por unos segundos y la vi tragar saliva. En sus ojos parecía haber una capa de niebla que la protegía de cualquier expresión. Repaso los documentos dando un vistazo rápido mientras mi compañero escribe su testimonio a mi lado. 

–¿Podría contarnos más sobre el motivo de la discusión y si hubo algún conflicto físico? 

–Maldigo el día que dije acepto – murmure. Creí que ya no estaba en casa, luego de escuchar un portazo. 

–¿Dijiste algo? – me miró. En sus ojos reconocí que había escuchado perfectamente, pero me miraba de aquella forma tan desafiante, incitando a que volviera a hablar solo para demostrar mi completa cobardía. Como si realmente sintiera placer al saber que le tengo miedo. Y no voy a mentir, no solía tenerlo, me repetía incesantemente todos los días que él no podría hacerme daño, que él en el fondo me amaba. Pero el amor encargado de justificar  perdía una dosis cada día. Cuando lo observé por última vez supe que todo se había acabado, y él de alguna manera entendió mi mirada, porque por primera vez vi un atisbo de miedo en sus ojos. Me dirigí a la puerta ignorando sus llamados a mi nombre. Estaba a punto de hacerlo, tome el valor suficiente para abandonar todo e irme solo con lo que llevaba puesto, pero su voz me detuvo. 

–Si cruzas esa puerta Isabel te matare.

Por primera vez sus palabras sonaron convincentes. Por primera vez le creí. Fue entonces cuando sentí mi espalda impactar contra el espejo de la pared. Quise defenderme y lo empujé manchando su ropa. Ya no queda nada vivo salvo las palabras “Hasta que la muerte los separe” que comienzan  a cobrar sentido cada que el segundero del reloj avanza. 

–La discusión fue sobre problemas financieros. Juan estaba muy estresado y yo también, así que nos alteramos bastante. Hubo gritos, pero no recuerdo que llegáramos a agredirnos físicamente – tardó unos segundos en contestar, su respiración era tranquila y pausada. Los nervios y la incertidumbre no parecen jugar un papel importante en ella.

–Dijo usted que se había ido luego de discutir ¿A dónde se fue? 

–Salí a caminar a eso de las 19hs, necesitaba irme y olvidar la discusión. Después me quedé en casa de una amiga, Maria Ruiz. Allí pasé la noche hasta que me llamaron. 

Un pequeño grito de dolor sale de mi cuerpo al cortarme uno de mis dedos al fallar con la tijera. El pánico comienza a invadirme pero no dejo que me controle. Juan siempre tuvo problemas para dormir, y todas las noches de los últimos veinte años le he preparado una taza de té después de cenar. Veo la hora, 12:30. Casi me quedo dormida junto a él viendo la televisión. Por poco pierdo. Vacíe el veneno para ratas en la taza. Observe por unos segundos en silencio y respire. 

Volví a sentarme frente a la televisión y dejé nuestras tazas en la mesa. Juan me sonrió, como si nuestros ojos no enviaran odio, como si fuera la primera vez, como si no existiera el miedo 

–Sos hermosa – me dijo y se acercó a darme un beso que me supo amargo. 

La respuesta fue rápida y en un respiro. Algo que me sorprendió, porque hasta entonces cualquiera diría que con la seguridad en la que hablaba todo era cierto. Incluso yo me permití dudar de la verdad al escucharla hablar. Sin embargo, está claro que las pruebas dicen lo contrario.

–¿Puedes explicar las manchas de sangre en la ropa y los rasguños?

–No estoy segura. No recuerdo haberle visto rasguños o manchas de sangre. Tal vez se lastimó en la casa. No tengo una explicación. 

Suspire con pesadez. 

–Dígame una cosa Sra. Martinez ¿Cuánto tiempo nos llevará a que diga la verdad? 

Su semblante cambió. Como si de pronto se hubiera quitado una máscara. 

–¿De qué está usted hablando? 

–Los restos de veneno en la taza, el registro de su adn en la sangre encontrada… ¿Sigo? 

La veo suspirar, mira hacia la puerta como si buscara la respuesta, antes de volver la mirada hacia mi. 

–Si, puse veneno en las tazas. 

–¿Las?

–Las dos tazas contenían veneno. 



lu.d

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