esto es una carta de amor

querido:

he estado pensando que nadie me piensa, lo cuál no sería importante si tan solo los jardines de tu mente plantaran flores en pensamientos que hilen palabras de amor dedicadas a mí. mi amor, quizá sea demasiado apresurado hablar con estas palabras, pero me conozco, te conozco, y quiero saber que algo entiendes de mí, para comprender que nunca he amado, nunca amo, y nunca amaré, menos que mucho. todas mis palabras, todas las que conozco, y las que he aprendido a lo largo de los años, son para tus ojos, y quiero creer, o más bien anhelo, que todas las que conoceré luego de mis veinte años, serán para vos, pero que esos mismos ojos, las lean con ternura, con premura, con avidez, con una necesidad de conocerme a mí antes que al mundo, de entenderme a mí antes que a cúmulos de personas ajenas a tu visión. ya alguien lo dijo, querido mío, no te olvides de que te espero siempre, cada noche te espero, no hago nada si no eso, te espero, te espero, y antes de medianoche desapareces, y mi deseo de esa precisa ahora se deshace en anhelar tu tacto. mi satélite intermitente, dando vueltas en mi geografía cada que necesitas un poco de ternura, yo estaré esperando, hasta que mi paciencia se desgaste, hasta que mi amor se deshilache, pero por lo que he visto, mis ojos están cansados, y mis manos sangran, entonces quiero preguntarte, ¿te parece bien que te ame, que te quiera, que te espere, dos semanas más? no es mucho ni poco, es bastante, en esas dos semanas puedo reunir todas las palabras de amor que te he escrito, todas las cartas, todos los versos que nunca has leído, que nunca vas a leer, y deshecharlas lejos, en el norte, y yo vivir en el sur, entonces mis manos se congelarán, pero no será por hacerte arte por sobre las sábanas, sino más bien por caminar en noches heladas, dejando huellas por una ciudad que será mi hogar. y usando algunas términos ajenos: dos palabras bastarán para sanarme, y si decís que el sol es azul, así lo retrataré en mil pinturas, y si decís que sos Dios, yo fundaré iglesias que adoren tu ternura, yo escribiré plegarias pidiendo el milagro de tu amor, de tu abrazo, de tu comprensión. querido, sé lo que es esta carta, y entiendo si la deshechas o la traspapelas junto a facturas de servicios que te dan luz, pero espero que me entiendas a mí, y comprendas que no puedo silenciar mis sentires más profundos, que no puedo censurar mi amor, ni esconderlo en el placard, porque allí están escondidas todas las cosas que perdí antes de conocerte.

tuya por siempre,

R.