estas palabras me las trajo el viento

"¿escuchaste alguna vez sobre la timidez de los árboles?" pregunté al viento
y el viento, extrañado aunque algo curioso, respondió que no
vio ahí una ventana abierta y quiso entrar
vi ahí cómo jugaba con las flores y lo dejé pasar

recorrió todos los rincones que pudo alcanzar
me buscó día y noche sin parar mientras yo, sin entenderlo, estaba siendo exiliada de los lugares en los que sentía que podía construir un hogar
ya devastada, me encontró perdida y desorientada en algún bar, me envolvió con ternura y me invitó a volar

ese viento que hoy se ríe y me hace reír
que silba y me hace cantar
que suspira y me hace escribir
que sopla y me hace temblar

ese viento, para mi suerte, se materializó en los ojos más hermosos que alguna vez me han podido mirar, logrando que la mirada ajena me dejara de interesar

esos ojos que con solo verme me hacen sonrojar
que de alguna forma me hablan y consiguen calmar
que con solo mirarme logran que todo a mi alrededor deje de gritar, que la tierra por completo deje de girar y que el tiempo, por más nuestro que sea, deje de avanzar

esos ojos que hoy se ríen y me hacen reír deseo que sean los únicos ojos que me puedan ver
que lo hagan tan de cerca que de ellos mi reflejo no quiera salir y que si lo hace no tenga más remedio que olvidarse de cómo se ve

algo así como si fuesen el último espejo intacto en el mundo y entonces no tenga más opción que esos ojos para poder mirarse
porque el resto de espejos estallaron en mil pedazos por la tristeza al enterarse de que ya, ni por un segundo, en ellos quiera reflejarse

que sean los únicos ojos que me puedan mirar como si fueran los únicos que tuviesen el permiso para hacerlo
esos ojos que si me miran me distraen de todo lo demás
son los mismos que me hacen sentir que a la muerte le puedo escapar
y es que el día que decidan no mirarme más, ese día ya me habré muerto