La luz blanca que refleja el cielo cuando el sol empieza a irse.
El filo de la espera. Constante.
Ruidos de fondo que no significan nada y un gato rascándose las pulgas.
Estoy en una burbuja en el espacio, en el tiempo, que parece separada de todo lo demás. Y es gris.
Pero de la manera en que el verano puede serlo, con sus tardes eternamente neutras.
Así es la vida para mí. Transicionar, estar siempre entre esto y aquello.
Otra casa que habitar.
Otra parada para tomar el ómnibus.
Otra playa en la que terminar un libro.
Otro espacio vacío en el que no se que hacer conmigo y solo me queda esperar.
Esperar que el invierno llegue y la vida ocurra.
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