Escribió, las manos se quemaban, una ignición en sus lazos ardientes, entre sus ideas una llamarada incipiente Las sopló y sus melodias flotaron, son brazas sonantes y certeras las que quemaron sus oídos de madera. Y su combustión, su oxidación inminente, no mira lo que deja atrás sólo avanza perpetuando el presente. Lo prendió, si se apaga se arrepiente, si no es fuego no es congruente lo que lleva fundido en la mente.

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