Sopla el mundo,
se mueven los cardos en la llanura,
la estación está vacía -al menos mi anden-
se ventila un monitor en mi espalda.
El mundo esta quieto. No hay tiempo.
Si no fuera por el tren que tengo que tomar en una hora podría creer que la
vida es esto.
Hoy no quiero que lo sea.
Aunque tampoco tengo planes, futuros, compromisos irrevocables, gestión,
logística, problemas a resolver.
Por algo se ve tan tranquila la piedra quieta entre los durmientes:
La ingeniería la ha salvado.
A mí, en cambio, es el tren de las 19 el que me salva y le da nombre a mi
quietud.
Aquí soy alguien porque espero.
Entiéndeme, a veces no puedo ser un animal rumiante.
Hoy soy únicamente su cabeza.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión