y de algún modo desearía que lo fuera. todo podría resumirse a la falta de agallas, pero excusas tengo un montón. contemplé esta idea tantísimas veces, tantas como pude, quise y a las que la inercia me arrastró. me convencí de hacerlo con sátira y curiosidad indolente, pero no ha faltado implorarlo de día con todo mi uso de razón. y es que descarto a corto plazo la posibilidad de arremeter contra lo material, una suerte de súplica por hallar otra convicción (o un detonante). pero me carcome por dentro, esperando a ser literal. apenas se han aflojado algunas costuras y así ya palpo lo deshecha que voy a estar, no falta tanto porque mañana será ayer tan pronto como saldrá el sol. a la izquierda sigue la imperturbable oscuridad azul, a la derecha se está tiñendo de naranja.
ya no quiero existir más. sin embargo soy incapaz de exterminarme así como incapaz de entender este afán, por qué se perpetúa con tanto ahínco en mi interior. es una idea con la que convivo desde que soy más joven, inexacto cuándo o por dónde se originó, casi como si hubiera sido otro quien estuvo susurrándola todo este tiempo. se atraviesa por mi mente de muchísimas maneras, no hay límites para mi imaginación al traerla, moviliza cuanto sentido puede y se arrastra en busca de los nutrientes que desprenden las dudas y el temor. no es que ha faltado mi voluntad al explorarla, o como si no hubiera encontrado motivos para creerla indefectible y próxima, sino que tanta incertidumbre en torno a su naturaleza cava específicamente al rededor de certezas tambaleantes. nunca sentí que conversáramos sólo de a dos, es fácil discernir entre tantos.
creo que nunca no me he sentido yo, pero he pensado cosas que no me traigo a colación propiamente. se atascan unos recortes abominables y muchos otros sin sentido, se reproducen frenéticamente hasta el hartazgo. no hay manera de interrumpirlos cuando empiezan, rara vez. y las conversaciones de a tres, o seis, se empecinan en aplacar el ruido de la máquina sobrecalentada a punto de fallar. o quizá sí lo he sentido, como si observara en tercera persona la caracterización ajena a la misma proyección que, de algún modo, no dejo de encarnar pese a alquilarla. no sé, ese es el punto. no tengo la más mínima exactitud, ni de esto o de aquello, sólo sé que nunca fue fácil dedicarme a lo que se supone me concierne. las tareas se mezclan, las actividades se derivan, me distraen y cuando quiero notarlo ya es hora de dormir. e incluso al pensar si no será ésta la raíz del asunto, el conformismo que deviene tampoco me sirve.⠀⠀
así que aquí estoy, como nunca fingiendo estar como siempre. deseando lo que es inviable, aumentando el volumen del horror. éstas son palabras con algún sentido no identificado que quieren camuflarse en la redundancia, quizá me marche al entenderlas.
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