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Esta Navidad es diferente

Dec 25, 2025

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Esta Navidad es diferente
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Esta epístola refleja lo más honesto que hice por mí este año. Me regalé algo ajeno a mí: me escuché.
¿Tuve esta voz? Nunca tuve nada ni fui nada. No tuve rol ni personaje. No recuerdo haber sido memorable ni en mi infancia ni en mi adolescencia.

Hoy sí. Resulta que en esta Navidad soy alguien. Este año fue demasiado. Fui demasiado. Y algo extraño le pasó a mi yo: no solo fue escuchado, sino también publicado. Validado. Jurados me evaluaron, un entorno me leyó con atención, y esta Navidad es diferente.

Actué de progenitora y me regalé algo yo. Tal vez ahora seré más críptica, menos interesante. Menos desbordada, más filosa. Renuncié a ser del agrado y atractiva. Estoy completamente abierta al rechazo.

Lo cierto es que ya todo me importa una mierda.

Feliz Navidad para todas y todos. 🖤🎄

Fragmento de la epístola:

4 de agosto, 2025

La invención propia va ahilada a una consecuencia inevitable. No soy, simplemente. Vivo construyéndome con cimientos familiares, extrañezas ajenas, penurias ancestrales y gustos hurtados de las mentes a que a mi corazón llegan; que a mis ojos obsequian un sinfín de cualidades. Ahora, lo que es propio de mí es la creación a partir de, tomando la mano de quien, evidenciando mi pensamiento por encima de. Yo soy invención propia, cuando hago mía a todas las cosas, les añado, en la medida de lo posible, la imprenta de mi mundo. Puedo apreciar visiones ajenas, pero, como yo las traduzco, es el mérito afín a mi creación.

Con esto no solo respondí la primera, sino también la pregunta siguiente. Incluso antes de nacimiento, obtenemos la primera de nuestras transformaciones: el ADN. Información y registro no solo de nuestros progenitores, sino de un árbol genealógico tan amplio, sabio como también corrupto, en muchos casos. Primero somos la consecuencia de los padres, luego de otros tutores como los escolares, luego de los ídolos. Somos la consecuencia de lo que elegimos creer a partir de nuestros pilares e influencias. Más que humanos, somos un sistema de creencias: como se programe nuestro cerebro en función de eso, es como viviremos. Tener conciencia plena de esto conlleva a empezar a ser obra de nuestra propia voluntad.

Por consecuencia de aquello, como comprenderás, se vive ciertamente en la intemperie, en la constante supervivencia. El hogar siempre parece estar fuera: en el núcleo familiar, en lo social, en lo relacional. Pero volver a casa —tardíamente entendí— es habitar hacia dentro. La única opción que siempre se tiene a mano es el otro, pero no por eso llega a ser hábitat y abrigo. Entonces, la otra transformación que define a esto es la esencia de un ermitaño.

Ese es el factor crucial de mi forma de percibir: el dejar de pertenecer en el mundo para consolidar al mío, y eso se hace a oscuras, en el dolor, y el olvido. Pienso que uno se vuelve escritor cuando aprende a leer al otro, al que ya es un mundo, y lo tiende a replicar bajo una tinta propia. Pero uno se vuelve poeta cuando se aprende a leer entre líneas a uno mismo. Es como volver a la fuente, a la unidad, fusionarse de vuelta con el alma. Quizá eso responda de dónde proviene mi sentir. Quiero decir, no proviene de la carne, sino del desgarro de una mente, y la sangre de un corazón. Es, en esencia, yo.

Espero haber saciado cualquier expectativa que usted, señorita, se pudo haber creado mediante la espera de mi respuesta. Espero que esta carta le llegue en un momento oportuno, y la acompañe dulcemente en esta noche.

Hasta la siguiente carta,

Milagros.

Milagros Gomez

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