en medio del silencio, tuyo, que vos elegiste, que yo aborrezco pero entiendo, (o intento entender, y me perturba hace años)
en este silencio aplastante,
acaricié tu fragilidad,
la cobije con mimo,
propio de vestir a un recién nacido,
al costado izquierdo de mi pecho,
cerca del corazón.
ese corazón que estaba desmembrado, desolado por tu ausencia imperturbable, pero un indicio de tu cariño,
lo recuperó a medias.
observé tu fragilidad durante horas,
horas interminables, intermitentes, infimas e infinitas,
comprendí de vos, que siempre dijiste no a ser cuidado, no ser amado y entendido,
porque tu casa, que a veces era hogar, pero mayormente casa,
silenció tus sentires más profundos,
que plasmaste en arte y rimas,
que aún me conmueven,
que llevo guardadas
en los jardines de mi mente,
en dónde también
riego las flores blancas que amas,
y de paso un laurel.
a lo mejor un día, digas Sí.
amar a alguien
es darle el poder de lastimarte
anhelando con vehemencia,
albergando la esperanza infinita,
que elija no hacerlo.
mi Sol, mi Cielo, quisiera cuidarte, acunarte entre mis brazos,
al niño que fuiste , al muchacho que sos, al hombre que serás,
abrazar con premura y tranquilidad,
-pero también con desesperación-
tus miedos, con la esperanza
de que se hagan diminutos.
conocerte enteramente
para poder
amarte eternamente, en profundidad,
a fondo
prometerte por mi propia sangre,
que nunca, sin importar qué suceda,
qué tan rotos estén mis brazos,o mi alma, cuánto pesen mi pecho y mi espalda,
que tan pesado y pausado sea mi caminar a la hora de volver a casa,
(nunca) voy a herir tu vulnerabilidad,
(jamás) voy a intentar dar un paso en falso que me arriesgue a perder tus ojos, el brillo que tenés cuando cantas.
afuera el mundo
amenaza con proscribir la ternura,
pero la misma ternura,
logró homogeneizarse en mi cuerpo
y tomar control de mis manos,
que te escriben constantemente.
te movés entre la gente con cautela,
con lo opuesto a la premura ,
como si supieras algo que el resto no, como si tu alma,
que es hermana de la mía,
tu alma que es vieja, te dijera que amar con paciencia, que moverse despacio, pone en menor riesgo tu corazón.
y dejás en mí, el sabor de tus besos,
pero también el regusto amargo de tu ausencia.
la urgencia corrompe mi vida, de repente todo lo que quiero hacer, quiero hacerlo con vos, quiero que cada verso , que cada rima, que cada carta, la leas primero, quiero conmoverte profunda, entera y eternamente.
y haciéndole caso al clima,
te vas y estoy esperando,
anhelando, deseando que vuelvas.
y el tiempo se detiene cuando no estás,
y como dijo un sabio,
“la casa vacía pregunta cuándo volverás, y escribo versos crueles conmigo”.
y no sé demasiado acerca del amor, porque no lo he vivido tanto,
pero seguramente debe ser análogo a este sentir galopante, que hostiga mi cabeza.
debe parecerse a tu nombre tatuado en mi lengua, a mis ojos buscando tu ternura en cada mirada que se posa en mi con deseo. a éstas imperiosas y vehementes ganas de invitarte a pasar para que conozcas e intentes entender mi mundo,
o a creer en vos, y en tu regreso,
con una fé casi ciega.
debe ser similar a éste poema, en forma de carta, que nace en mí
y muere en tus ojos,
descansa en tu pecho
estas palabras, que son mi manera de inmortalizarte.
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cazador y presa🏹
estás perdido mi viajero, he dejado mi voz en el viento, para que la sigas (para que la sigas) cuando se esconda el Sol y no sientas calor </3
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