No se trata de vencer al tiempo,
de reconfigurar la vida o de oponerse a la cima.
Tampoco de esperar, como quien juega a las escondidas,
batallando por la fría avenida, suplicando por no más noches de melancolía.
¿Por qué saldrá el sol cada mañana?
¿Por qué nunca son suficientes serenatas?
Porque vivimos en constante urgencia
Por la pasión, las promesas y nuestro bello fonema
Porque los sueños y las mentiras son hermanas,
pero no por ello son malas... o no del todo.
Pues, ¿cómo podríamos vivir sin soñar con un mundo mejor?
¿Quién batallaría por una vida que sabrá que quedó en el pozo?
La mentira se alza en el perfecto teatro, allí donde todos actuamos,
fundando en el inconsciente garabatos, retratos, símbolos,
lo que nos permita vivir el rato, el eterno presente,
fingiendo que todo es posible... o, en su defecto, creíble.
Batallamos para vencernos a nosotros mismos,
para detener el frenesí entre lo que sabemos que es real y lo que no,
porque en ocasiones salimos victoriosos
o, por el contrario, perder nos sentencia a no creer.
La esperanza es aquella fortaleza para el grande y el pequeño,
y la encuentras tanto en tus deseos como en lo que usas
para desinhibirte del miedo.
Para tolerar el mal, nuestra levedad y la falsedad.
Por todo eso existe la esperanza:
para anteponerse al mal,
a tu infelicidad.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión