ya no corre cuando la felicidad se asoma
tampoco rehuye al primer beso, abrazo o contacto.
prevalece, y desea
que las cadenas en realidad broten como flores,
que las espinas sean
las huellas para encontrar el epicentro del dolor.
observa los ocasos que las sonrisas traen,
sus propias magias, sus propios fulgores
tanto que significan,
y tan invisibles para sus portadores.
cura de los puntos finales;
ya no cierra bajo llave su pecho izquierdo
en suspenso, se alborota de sentimiento
su propio final, su propio amanecer.
cuesta mucho pensar las cosas sin amor;
entusiasmo, desesperanza a la vez
tanto que a veces
las palabras pierden sutileza.
piensa en la espera, la constante espera;
como todo se somete a ella
como es el todo
tan estático y dinámico a la vez.
nervios gigantes le pisan los talones;
emoción por lo que sigue (¿qué sigue?)
abstenerse, ceder, liberarse,
quedarse en el márgen, temer; miedos.
hay muchos miedos, siempre los hubo y los habrá.
pero no,
no huyas, no corras, no cierres, no niegues, no te sometas al miedo, no cedas a los nervios.
no pienses las cosas sin amor.
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