...
El hundimiento de la patria.
España, ese coqueto lugar que estaría mejor sin españoles (quizás unos belgas...), se hunde de vez en cuando o está en proceso de hundimiento y descomposición constante. Tanto es así que durante un tiempo fue azotada por guerras intestinas (queda fino dicho así) y golpes de los armados generales, siempre tan belicosos esos hombres, al Estado del momento.
El del 36, supuso un cimiento consistente para que no se volviera a hablar de la ruina del país hasta que no llegó eso de la transacción (Modélica Transición, la llamaron), con su rey impuesto y su perdón divino. Ya entonces, lo más rancio, lo fetén de esta tierra nuestra que consideran suya, anunciaba el apocalipsis patrio: "atraviesa la patria una de las coyunturas más peligrosas de toda su historia"... y cosas así, decían los Arias Navarro y los Blases Piñares.
¡Si hasta se legalizó al Partido Comunista!
¡Herejía!
¡Cataclismo!
Llegó Felipe (el González, no el sexto), tras el tradicional golpe patriótico de Estado de Tejero y los colaboradores necesarios (emérito incluido), con un socialismo de cartón piedra. Para las entonces disimuladas derechas (eran más franquistas que Franco, pero eso ya no estaba bien visto) aquello suponía una nueva debacle nacional. Y las autonomías, y el café para todos y el divorcio que atacaba a la sagrada institución de la familia.
¿Se rompía o no se rompía la patria?
No iba a quedar piedra sobre piedra.
Años de los de la desteñida rosa, y España rompiéndose todo el rato al decir de las derechas. Si no era por una cosa, era por tres.
¡Váyase señor González!
Y se fue el de la abandonada pana (a vivir gozosa la vida) y la cosa patriótica se calmó del todo, porque cuando gobierna la derecha, la patria va más tranquila, no se desgarra, y la bandera ni se mancha aunque esté a perpetuidad en el balcón. Los problemas no son menos, ni menos las fallas (más bien al contrario), pero no afectan tanto a la consistencia de la cosa. Y es que eso de la unidad de destino en lo universal es arma solo de un lado que la empuña con fuerza (Aznar burbujeaba en catalán, ponía los pies en la mesa del poder estadounidense, nos mentía con lo de las armas de destrucción masiva y nos metía en una guerra por sus santos huevos, pero España no se rompía . Un crack).
Zapatero, en esa lógica, fue el peor Presidente de la Democracia, hasta que llegó el siguiente que no era del Pp, y también rompió en pedazos, o casi, la ancestral España. Casarse los maricones ¡Qué ignominia!
Rajoy, ahí estuvo, en su constante y peligrosa nada, pero protegiendo y perpetuando la necesaria consistencia nacional (¡Viva el vino!).
Toros, procesiones, banderas, monarquía... en fin, lo que es una patria en condiciones. La gente... ¿qué gente? La suya, bien.
Y luego, ¡ay, Señor!, luego sí que se oteó el final de todo.
Un poco antes de ese gobierno bolivariano, bajo mi ventana, una señora y un joven (aquí nos conocemos), hablaban esto:
"Como entren los de Podemos se lo cargan todo".
En eso estaban de acuerdo.
Y ahí anduvo ese nuevo fin del mundo español, con esos comunistas en el Poder.
Menos mal que les nació la esperanza de retomar el mando y saben que en cuanto vuelven ellos, se cierran los abiertos cielos y todo vuelve a ser miel sobre hojuelas.
Pero se les fue el santo a la estratosfera y el voto al infierno, y su mayoría quedó pequeña y Feijóo no fue presidente porque no le salió de sus inútiles huevos. Así, el Armagedon sigue hervido y servido.
Luego fue la Amnistía; en realidad, nada novedoso ni original, que de eso ha habido a porrillo por ambos protagonistas de Gobierno. PP y PSOE, son expertos en perdonar imperdonables. Pero fue con ese asunto puigdemoníaco, cuando fue grave el perdón. Ni Dios, ni el Cristo sevillano, serían tan amables.
Ahora, amigos de nuevo del Lucifer catalán, ya estamos en lo de la esposa del Presidente y el fiscal delincuente ¿O el delincuente es el juez.
El confeso novio de Ayuso, una víctima más del contubernio marxista. Votar no a la subida de las pensiones, un sacrificio necesario por el bien del sostenimiento estructural de la nación España.
Así son siempre estas gentes: Hay un bien superior al bien del Pueblo. Que coincida con los intereses de los ricos es solo casualidad.
Y yo, esta mañana, veo baches por las calles, y en el Paseo de la Ermita, y una teja asoma torcida en el alero de mi tejado, pero no me parece que la patria se resquebraje más que de costumbre.
Aunque el Capitalismo triunfante logrará toda debacle posible.
Veremos a la tarde.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión