De camino al río, volverse parte del monte y percibir los seres que habitan las distintas dimensiones, traer con unx mismx aquel amor a la natura instaurado y transmitido por antepasados... Poder ver esa vitalidad en cada árbol que se mueve cual si a una ola, en un ida y vuelta enamoradizo e hipnotizante... Cuando ese conjunto de sucesos ocurre, el alma pasa a crecer, se agiganta y puede cautivar lo deseado y lo amado para volverse ave de monte al cantar coplas del corazón.
Esencia del monte, tan natural y tan especial.
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