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Ese niño soy yo, pero más lejos.

Jun 24, 2025

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Ese niño soy yo, pero más lejos.
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Él tenía siete años y el mundo todavía le cabía entero en las manos. Caminaba delante mío, con esa liviandad que tienen los que aún no han sido vencidos por el peso del tiempo. A ratos se detenía a mirar el cielo, y sin saber bien por qué, yo también alzaba la vista, como si desde ahí viniera alguna señal.

Me habló sin mirarme. Dijo que había que cuidarse del Triángulo de las Bermudas, que bastaba una distracción para desaparecer sin dejar rastro. Asentí. ¿Cómo explicarle que yo también había sentido ese vértigo?

No hablaba de la muerte. Le temía a las arenas movedizas, a esos peligros que surgen de la nada y te tragan sin pedir permiso. Se agachó, recogió una piedra brillante, y la guardó en el bolsillo como quien prepara una misión a Marte. Me dijo que quería ser médico, o astronauta. Yo lo escuchaba con una ternura punzante, con esa emoción que no llega a ser lágrima pero se queda vibrando bajo la piel.

Quise alcanzarlo. Decirle que lo conocía, que lo había visto tantas veces solo, jugando entre árboles imaginarios, que nunca estuvo del todo solo. Que lo recordaba más de lo que él mismo se recordaría algún día. Quise abrazarlo, protegerlo del tiempo, prometerle que no lo iba a dejar atrás.

Pero no pude.
Mis pasos eran pesados, los suyos de viento.
Él avanzaba y yo retrocedía, como si algo, una fuerza invisible, un reloj que ya no perdona, me empujara hacia fuera.

Y entonces sonó la alarma.
Como una bofetada de realidad.

Abrí los ojos.
La habitación estaba gris, el día colgaba de los hombros como una mochila húmeda.
Me senté en el borde de la cama, aún sintiendo en el pecho el eco de su risa, la piedra en su bolsillo, su voz hablando de mapas imposibles.

Ya no estaba.
Solo quedaba esa tristeza sin nombre.
Esa especie de nostalgia que uno lleva a cuestas como un olor antiguo, como una canción que ya no recuerda la letra pero igual se repite en la cabeza todo el día.

Tal vez mañana vuelva a encontrarlo. Tal vez mañana me deje abrazarlo.  Ese niño soy yo.

Nicolás

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